JUICIO POR LA VERDAD 14/5/01
AUDIENCIA DEL 14-5-01
-En la ciudad de Mar del Plata, en instalaciones del Tribunal Federal del Departamento Judicial de Mar del Plata a los catorce días del mes de mayo de dos mil uno y siendo las 10:40 dice el Sr. Presidente: Buenos días, vamos a dar inicio a la audiencia fijada para hoy, con la comparecencia del doctor Luis Raffaghelli. Doctor Díaz.
Sr. Díaz: Quisiera pedir autorización para que se leyera si es posible antes de iniciar la audiencia una
declaración del Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires.
Sr. Presidente: Sí, adelante.
Sra. .................: “Vistos los antecedentes remitidos por el Colegio de Abogados del Departamento
Judicial de Mar del Plata referidos a su participación en el denominado Juicio de la Verdad, que
tramita ante el Tribunal Oral Criminal de dicha jurisdicción y considerando que con sustento en el
artículo 19 inciso 9º de la ley 5177 texto ordenado por la 12277, resulta un deber ético, superior de la
abogacía organizada en la institución que nuclea a los profesionales, defender la justicia conforme a
los derechos y garantías constitucionales, que el derecho de los familiares de los desaparecidos de
nuestra reciente historia a conocer la verdad sobre lo que con ellos hubiere ocurrido, representa un
reclamo de justicia esencial inserto en el respeto de la dignidad de la persona humana reconocida por
nuestro derecho positivo y en especial en nuestra carta magna con la nueva redacción del artículo 75
inciso 22 y los tratados internacionales incorporados a la misma, por ello el Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires declara: Su total solidaridad y apoyo al Colegio de Abogados de Mar del Plata con motivo de la participación del mismo en las actuaciones de referencia, valorando el alto
sentido de responsabilidad que evidencia aquella institución al impulsar acciones tendientes al más
amplio esclarecimiento de hechos y circunstancias que han provocado honda conmoción en la
sociedad. La Plata 4 de mayo del 2001, Juan Carlos Abud, Presidente”.
Sr. Presidente: Invito al doctor Luis Raffaghelli a tomar asiento frente al estrado. Le agradecemos su
presencia y que haya renunciado a la posibilidad de declarar por escrito atento a su condición de juez
de la Provincia de Buenos Aires. Tengo entendido que usted ha sido víctima de los actos de terrorismo de Estado, de manera tal que su declaración si bien desde ese punto de vista puede estar comprendida en las generales de la ley, usted ya sabe por su condición de juez la obligación que tiene de veracidad al declarar ante el Tribunal. Lo invito a ponerse de pie para tomarle juramento. Doctor Luis Raffaghelli jura usted según sus creencias decir la verdad de todo cuanto supiere y le fuera
preguntado.
Sr. Raffaghelli: Sí, juro.
Sr. Juez: No sé si usted prefiere relatar los hechos que lo han tenido por protagonista de manera triste.
Sr. Raffaghelli: Agradezco al Tribunal la convocatoria y la oportunidad de poder testimoniar, porque
durante mi cautiverio nunca fui interrogado como un ser humano, de manera que el hecho de poder
testimoniar ante un tribunal de justicia en mi condición de ciudadano y ferviente partidario de la idea
democrática, además de mi condición de juez de la Provincia es algo que habla bien de la justicia. Yo
ratifico plenamente las declaraciones hechas ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas
en oportunidad de la visita a la ciudad de Necochea y también ratifico el acta que se hizo de visita a la
Comisaría IV, inspección con los mismos representantes de CONADEP donde se inspeccionó ese
lugar y se pudo determinar que las celdas individuales y los lugares por donde pasábamos para ser
sacados a las sesiones de tortura habían desaparecido, con claras huellas de que había habido
construcción en ese lugar. Yo fui detenido en mi estudio profesional, concretamente una comisión de
entre ocho o diez personas vestidos de civil, yo llegaba de Mar del Plata, en ese tiempo por razones de jurisdicción teníamos los tribunales aquí en la ciudad de Mar del Plata, el día 20 de abril de 1976, a las cinco de la tarde, pleno día, este grupo de personas había irrumpido en mi estudio, en ese momento colaboraba conmigo mi hermana, había sido objeto de violencia física y moral y cuando entré al estudio una persona que después me enteré que era el cabo Adrian Argüello, después sargento de la Comisaría de Necochea, me puso una 45 en la cabeza y automáticamente fui atado con alambre,
encapuchado y sujeto a una sesión de media hora de golpes, sin ningún tipo de interrogatorio, una
salvaje golpiza. De allí me llevaron a la Comisaría de Necochea, en ese lugar yo no conocía a las
personas que integraban excepto a uno que era el subcomisario Mario Larrea, en ese momento en la
Comisaría, a quien yo conocía por mi ejercicio profesional y cuando le requerí de qué se trataba esto,
que es lo que ocurría, me dijo que guardara silencio que ellos respondían a órdenes y que no podía ni
hablar. Fui llevado a la comisaría conjuntamente con mi hermana en torino negro, siempre
encapuchados y cuando llegamos entramos por la puerta principal de la comisaría con el vehículo, en
el patio de la comisaría se encontraba una persona de alto rango militar que recibió a esta gente y
presumo que tiene que haber sido el coronel Cornejo, sino alguien con mando en la zona de Mar del
Plata y específicamente en Necochea, en ese momento después pude averiguar este coronel
habitualmente estaba a cargo de la zona de Necochea y el mayor Tocalino. Fui introducido en lo que
son las dependencias administrativas de la comisaría de Necochea y allí nuevamente fui objeto de una
feroz golpiza, peor que la anterior e incluso me dejó sin posibilidad de trasladarme por mis propios
medios. Las preguntas eran absolutamente torpes, porque yo era una persona que hacía poco tiempo
que estaba en la zona, por lo tanto no era muy conocido, ni conocía a demasiadas personas, salvo a
algunos colegas y algunos clientes que había tenido, sobre todo algunos gremios que yo atendía por mi condición de abogado laboralista. En esa pregunta fundamentalmente, la pregunta clásica era:
“¿quienes son los zurdos? y “decime donde están las armas”, esas eran las dos preguntas que más se
repetían y la promesa era “si nos decís algo te vas en libertad de lo contrario vas a Sierra Chica”, esa
era la amenaza. Fui objeto de muchos golpes para que dijera de donde eran las llaves que tenía en mi
llavero, que eran de mi casa, de mi estudio, de la casa de mis padres en la ciudad de Lobería y
efectivamente fueron allanados todos estos lugares. Yo en ese momento estaba separado, tenía dos
hijos de 4 y 3 años y fue esta comisión y después me enteré que a mis dos hijitos los encerraron en una habitación intentando jugar con ellos les preguntaban si el padre tenía muchos amigos y si venían los amigos a la casa. En la casa de mi padre también, mi padre no sabía absolutamente nada, no le dijeron que yo estaba detenido, le dijeron que era una inspección de rutina, fue el comisario de Lobería y le revisaron absolutamente toda la casa. Después de esto quiero destacar que la única persona que se comportó con un rasgo de humanidad fue este señor Larrea que al finalizar la sesión de tortura me dijo que no tomara agua, me dijo “nosotros no tenemos nada que ver, la policía no tiene nada que ver, cumplimos órdenes”. Alrededor de las 23:00 me trasladaron a Mar del Plata junto con mi hermana que ya a esa altura estaba en calidad de rehén, me habían amenazado respecto a ella que no tenía absolutamente nada que ver conmigo. Quiero destacar que yo me había establecido en Necochea a mediados del ´75 y no había tenido ninguna actividad política, sino que me había dedicado fundamentalmente al ejercicio profesional por razón de la instalación inicial, tenía un estudio instalado en la localidad de Quequén y había abrazado como siempre fue mi vida profesional con gran vocación todo lo que tuviera que ver con el mundo del trabajo. Había intervenido en tres conflictos más o menos importantes que después por lo que más adelante voy a decir entiendo que pueden haber tenido algo
que ver con mi detención, porque precisamente en alguno de esos casos había logrado una semana
antes la reincorporación de un delegado de un establecimiento fabril donde este delegado había sido
despedido en un conflicto que llevó siete u ocho meses y casualmente había notificado esa
reinstalación el día 13 de abril y mi detención se produjo el día 20, siete días después. A Mar del Plata llegué en condiciones deplorables, tenía todos los botones del saco y del chaleco, estaba en ese
momento de traje, rotos por los golpes y fui derivado a una celda individual muy pequeña, una especie de buzón que tenía gran humedad, agua, estuve incomunicado 37 días en ese buzón. Allí en esas celdas individuales estaban el señor Amilcar González, que había sido Secretario del gremio de
prensa, un muchacho de apellido Gutiérrez que era delegado de Volta de Mar del Plata, un estudiante
de apellido Daniel Longhi y algún otro más que no recuerdo ahora. La característica común de todos
los detenidos que había en ese momento era que ninguno tenía ninguna vinculación orgánica, ni
política con la guerrilla, tampoco yo nunca la tuve, lo que me hace llegar a la conclusión de que por lo menos todos los detenidos que hubo en la zona de Necochea fueron personas vinculadas a partidos
políticos o a entidades gremiales, muchos detenidos gremiales, estudiantes y gente vinculada con el
movimiento social. Fui sacado en dos oportunidades, creo que fue el 26 de abril y el 6 de mayo, la
característica era similar a todas las salidas que había en ese momento. Se producía alrededor de las
22:00, 23:00 un gran nerviosismo de parte de los propios policías que había en la IV, nosotros nos
dábamos cuenta que iba a pasar algo, éramos llamados, en mi caso fui llevado solo y ahí nos
entregaban a un vehículo, donde duraba 20 minutos el viaje, llegamos a un lugar donde era notorio que se trataba de algún lugar militar o algo similar, porque había barreras que pasar, había pedregullo, se notaba por el ruido del automóvil y había que caminar como cincuenta metros para entrar en un lugar muy amplio, donde había música a todo volumen. En las dos oportunidades que me llevaron fui
desnudado, puesto en una camilla humedecido todo el cuerpo, sometido a una sesión de una hora de
picana en la primera oportunidad donde fundamentalmente en el caso mío no tenían una gran
información, me preguntaban por algunos nombres de la ciudad de Mar del Plata, que yo no conocía,
que después me enteré que eran personas detenidas o desaparecidas, una de ellas Intelesano y también me preguntaron por el doctor Norberto Centeno. Obviamente al doctor Centeno lo considero uno de mis maestros y por supuesto que dije lo que pensaba de él y automáticamente fui objeto de una nueva sesión más fuerte aún de tortura diciendo, aseverando “ese zurdo hijo de puta”, lo cual a mi me dejó pasmado porque yo conocía los antecedentes del doctor Centeno, sus ideas, su trayectoria, su compromiso con el movimiento de los trabajadores, su versación académica y también su calidad profesional, a tal punto que nosotros le pedíamos al doctor Centeno demandas para poder prepararnos y estudiar nuestras demandas. Además considero al doctor Centeno, sobre todo en la Provincia de
Buenos Aires, uno de sus libros no ha podido ser superado en cuanto al rigor jurídico de análisis que
tiene y evidentemente la sumatoria de una gran experiencia de ejercicio profesional con una sólida
formación teórica jurídica al igual que su libro “Ley de Contrato de Trabajo comentada”. Yo creo que
estas fueron operaciones fríamente planificadas, creo que en mi caso particular, lo que digo lo
fundamento en que en todo momento cuando se comunicaban por radio hablaban del operativo “tordo” y se comunicaban a través de chasquidos, como una especie de código en que uno, dos o tres
chasquidos evidentemente significaba algo. Digo que estaba fríamente calculado porque
evidentemente la policía era utilizada como base para abrirle el camino a este tipo de procedimientos.
Me lleva a una profunda reflexión lo que decía de Centeno, creo que sin querer de alguna manera
ponerme en paralelismo con el doctor Centeno, porque yo era un abogado que recién me iniciaba en el ejercicio, creo que hay un punto en común en el sentido de que yo creo que mi detención se debió a
alguna denuncia de un sector empresarial y me parece que lo de Centeno puede haber sido algo
parecido, sumado a que, por supuesto que lo de él tenía muchísimo mayor nivel en el sentido de que
Centeno fue el autor de la Ley de Contrato de Trabajo y esta ley, si bien no transformaba las
estructuras jurídicas del Derecho Laboral Argentino, porque no transformaba por ejemplo el sistema
de estabilidad, no establecía la estabilidad, pese a que Centeno era partidario de eso, era una ley
realista, acorde con el momento que se estaba viviendo, pero tenía una gran virtud, era una suerte de
Código de Trabajo, sistematizaba todas las disposiciones que estaban aisladas en disposiciones
jurisprudenciales, en leyes, en decretos, fundamentalmente establecía el respeto del derecho del
trabajador, principios generales establecidos por la doctrina durante mucho tiempo y la intervención
del sindicato en el control de la relación laboral, el reconocimiento a la negociación colectiva y el
derecho de huelga y la protección del delegado sindical. Esto era muy fuerte y evidentemente hubo
sectores empresarios que no lo pudieron soportar. En el año ´76 dos meses antes del golpe hubo una
andanada muy fuerte de declaraciones de sectores empresarios, la Asamblea Empresarial, la APG,
creo que se llamaba, hizo una embestida muy fuerte contra la ley. Yo creo que el proceso militar tuvo
complicidades de distinto tipo, de médicos, periodismo, de sectores empresarios y también del Poder
Judicial. En este caso creo que fue muy claro que cobrar la vida del doctor Centeno significaba un
golpe durísimo a quien había sido el autor de la ley. También creo que había otro ingrediente, porque
Centeno no solamente era un abogado teórico, era abogado militante, que defendía muchos
trabajadores y sindicatos. También tuvo una profunda lectura práctica la muerte de Centeno porque
implicó también un mensaje muy fuerte, muy duro para toda la abogacía en general y para la abogacía del trabajo en particular, para esta ciudad de Mar del Plata y la zona, eso es lo que fundamentalmente quería decir. Yo quedé tan mal después de la detención durante un tiempo que estuve viviendo en Buenos Aires e inclusive un año después que volví a Necochea gracias a la solidaridad de mucha gente vinculada a los gremios y demás, no medí las consecuencias de haberle podido avisar al doctor Centeno esto, porque nunca pensé, no entró en mi cabeza imaginarme que se podía tomar esta actitud con un hombre como Centeno, realmente era inimaginable y lamento mucho no haberle avisado. Se que el doctor Centeno, por algunas de las declaraciones, pensaba que al él no podía pasarle nada a pesar de que después se preocupó por algunas reuniones que se hacían en el Instituto de Derecho del Trabajo en el Colegio que son propias de la vida habitual y normal de cualquier colegio de abogados.
No me preguntaron por el doctor Candeloro, pero lo conocí personalmente al doctor Candeloro porque yo en su momento cuando estaba en Buenos Aires fui miembro de la gremial de abogados y lo conocí
en una asamblea al doctor Jorge Candeloro y casualmente cuando él estaba en su exilio interno, me
visitó una vez en Necochea después de obtenida mi libertad y le sugerí que el no tenía conciencia de lo que estaba pasando en el país y me parecía que él tenía que tomar medidas de seguridad muy grandes porque me parecía que su vida podría correr peligro. Lamentablemente pasó lo que pasó. Me fui con el relato, pero sigo con la hilación de esta segunda sesión de torturas. Quiero decir que allí en ese momento fui amenazado de muerte, me dijeron que como yo no daba ningún tipo de nombres, ni
información iba a ser derivado directamente a las Tres A, cosa que me llamó mucho la atención
porque yo pensaba que las Tres A era un organismo que había funcionado entre el ´74 y el ´76, con lo
cual mi conclusión es que en ese momento, estamos hablando de mayo del ´76, había un nexo entre las Tres A y el gobierno militar. Quiero decir también que la conclusión que yo había tenido de lo que dije de Norberto Centeno, un tiempo después de su muerte tuve oportunidad de hablar con el escribano Vilas, fallecido, que era familiar directo del marido de mi hermana, mi cuñado en ese momento y habían hecho gestiones para averiguar mi paradero y por mi libertad. El escribano Vilas cuando yo fui a saludarlo, le trasmití el horror que sentía por lo que había pasado con los colegas muertos aquí en Mar del Plata, en cierto modo justificó la muerte de Centeno basado en que Centeno había hecho muchos juicios laborales en Mar del Plata. O sea que eso me parece que era una corriente de opinión que había en esta ciudad respecto a esta actividad profesional. Bueno después de 37 días fui derivado a un pabellón donde había varios detenidos políticos, con las mismas características que los que estaban en las celdas. Ahí se daba una situación de tortura sicológica permanente, donde por ejemplo a la madrugada nos prendían la luz y hacían revisión de todo el pabellón y en varias oportunidades, tanto cuando estaba en la celda, como allí, traían detenidos muy torturados, muy golpeados, encapuchados, les levantaban la cabeza y le hacían mirar para ver si era alguno de los que evidentemente esta persona había mencionado o algo así, lo cual generaba una situación en el ánimo de los que estabamos allí. En la IV una persona que me visitó vinculada a la policía fue el Comisario Asad de Inteligencia de la Policía de la Provincia y quiero decir también que en ese momento en que fui detenido el jefe de la Policía de la Provincia tengo entendido que era un comisario Elfio Brinzoni, que estaba a cargo de la policía, supongo que después tiene que haber sido sustituido por Camps, no se si inmediatamente, pero en ese momento era esta persona. El Ministro de Gobierno era el doctor Jaime Smart, en todas las actuaciones que yo hice o inicie de inteligencias preliminares en el Juzgado Federal posteriormente, todos los organismos contestaron que no había registro de mi detención, excepto que yo en ese momento estaba colegiado en el Colegio de Abogados de La Plata y el Colegio por iniciativa de algunos amigos hizo un reclamo al Ministerio de Gobierno, al cual contestó el doctor Smart, diciendo que yo estaba detenido a disposición de las autoridades militares de la zona, sin dar ningún otro tipo de explicación. En la IV, estaban detenidos entre los que yo recuerdo, a los que ya nombré, estaba el profesor Oscar Aramburu de Necochea, María Eugenia Vallejos, hija del Juez Vallejos, la hija de Martínez Tecco, cuyo padre era Secretario de Turismo en ese momento y me llamaba poderosamente la atención que en las visitas estas dos personas que nombré eran conscientes de toda esta situación porque ellos fueron, estuvieron, inclusive en algún momento le trasmití al Juez Vallejos en una visita, cómo podía pasar esto, cómo era que estaba pasando esto de gravísima violación de los derechos humanos y me contestó que no podían hacer nada, que era una situación que compartía conmigo lo que yo decía, pero que no podían hacer absolutamente nada. Al respecto quiero decir también que mi padre interpuso un recurso de hábeas corpus que lamentablemente no tengo registrado en qué Juzgado fue, hubo amigos y colegas abogados que yo conocía de aquí de Mar del Plata, que se lo redactaron, pero que coincidiendo con el testimonio de otras personas los abogados no patrocinaban los hábeas corpus, ni siquiera los llevaban a los juzgados de Mar del Plata porque la presunción, o la realidad era que no podían hacerlo, porque hacerlo significaba poner en riesgo su libertad, a tal punto que tengo entendido que algunos hábeas corpus los firmó el Colegio local, yo en ese momento estaba colegiado en La Plata, de manera que no podía hacerlo a través del Colegio local. Mi padre dejó el escrito y le dijeron “quédese tranquilo que ya lo vamos a tener informado”, por supuesto que nunca fue notificado absolutamente de nada. Esta situación se mantuvo así hasta el 16 de agosto de 1976 en que me llamaron y me sacaron esposado junto con el doctor León Funes, un sicólogo que estaba detenido por ser la pareja de la ex esposa de un militar. Fuimos llevados juntos al GADA 601 y allí me atendió el coronel Barda para anunciarme que en ese momento iba a ser liberado, diciéndome que si recibía alguna denuncia respecto de mi persona la próxima vez me traían con los pies para adelante y que tuviera mucho cuidado con las juntas. Había una Biblia sobre su escritorio y le pregunté si era lector de la Biblia, “por supuesto” me dijo y le dije “pero lo que ustedes hacen no tiene nada que ver con una actitud cristiana”, entonces me contestó que “esto era una guerra y que todo sospechoso –como era mi caso- era considerado culpable prima facie y así debía ser hasta tanto fuera investigado”. Le dije que era al revés, que la Constitución decía otra cosa pero, bueno, por supuesto era imposible ponerse de acuerdo. Seguidamente le pregunté si podía volver a Necochea, donde tenía mis afectos, y me dijo que dependía de mí, que si yo no me sentía vilipendiado por lo que me había pasado, que lo hiciera. Ahí fue donde me vertió esa amenaza. Mi vida hasta el año 1979 no fue fácil, debo decir que fui permanentemente seguido por automóviles y que en esa actividad estaba involucrada la policía (así lo pude comprobar), o sea, que el martirio no terminó con la cárcel sino que esto lo sufrió toda mi familia y no pude instalar un estudio formalmente hasta el año ’79, ’80 porque tenía una gran inestabilidad, no sabía qué era lo que iba a pasar, máxime con todo lo que había pasado o estaba pasando con lo que uno se enteraba de a poco. En 1977 cuando pasó el episodio de los colegas asesinados tuve una conversación con el doctor Bernal, presidente del Colegio de Abogados de Mar del Plata; lo fui a saludar, en ese momento yo me encontraba muy mal de ánimo y fui a conversar con él. Yo me había colegiado en Mar del Plata inmediatamente después de la liberación para sentirme un poco más amparado y el doctor Bernal me dijo “mire, doctor, realmente acá no hay garantías de nada, no sabemos qué es lo que va a pasar”. Así transcurrió el tiempo hasta que vino la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, que me parece que ahí se produjo la bisagra en materia de derechos humanos.
Hay un hecho que también es posterior pero que puede ser de interés. En una oportunidad que viaje a
La Plata me encontré con un colega y amigo que había estado haciendo la conscripción en el GADA
601 justamente en el momento que yo estuve detenido y esto lo pude comprobar porque mi madre lo
vio. Esta persona, que era de Lobería como yo, fue junto conmigo a la Universidad y éramos amigos
de la infancia, hizo la conscripción después de recibido de abogado. Se llama Miguel Angel Nicosia.
Este muchacho hacía tareas administrativas en el GADA y tenía a su cargo la redacción de las “altas”
y las “bajas” –por decirlo de alguna forma- de los detenidos políticos. Él me comentó que había una
planilla llamada “planilla de traslados” (los traslados después supimos qué significaban y acá en Mar
del Plata parece que también significaban los famosos vuelos de la muerte) y me dijo que yo estuve
incluido en esa planilla en una oportunidad y que cuando vio mi nombre en presencia de un oficial –
que no me dijo quién era- él se sorprendió. Le preguntaron por qué se sorprendía, si tenía algún
conocido, le dijo que sí, que conocía a una persona, etc. Es decir que no sé cómo funcionaban estos
mecanismos pero lo que sí es real es que existía ese procedimiento administrativo en el sentido de que había una perfecta coherencia, esto no era un accionar individual de algunos desaforados que largaban a la calle a detener gente sino que había una planificación sobre las detenciones políticas y sobre lo que se estaba haciendo. Creo que era un plan organizado, vasto y no solamente de exterminio físico de quienes por opción ideológica o política habían asumido la lucha armada sino que iba más allá. Era un genocidio no sólo de personas sino también de pensamiento, de una generación que pudiese estar en contra de la ejecución de este plan y la ejecución de este plan no era solo un plan militar sino un plan cultural, político, económico, laboral. Esto lo puedo decir como testimonio directo porque mis compañeros de prisión eran profesores, algún estudiante y delegados sindicales; en mi caso yo era un abogado vinculado al mundo del trabajo, entonces evidentemente esto es plenamente demostrativo de que lo que se intentaba era acallar la posibilidad de algún tipo de reacción frente a este modelo que lamentablemente se ejecutó en Argentina y coincido con las palabras del prólogo de Nunca Más: quizás sea una de las páginas más negras y más trágicas de la historia argentina.
Sr. Juez: ¿Doctor, en esa lista le comentó si alguno de los abogados desaparecidos en el suceso que
estamos investigando él los vio registrados?
Sr. Raffaghelli: No, porque realmente fue un encuentro fugaz en la sede que el Colegio de Abogados
tiene en Tribunales en La Plata y me quedé frío, me produjo un impacto muy fuerte y después no tuve
oportunidad de volver a hablar con él y como esto era en 1976 fue un año y pico antes de ese episodio.
Él estaba haciendo el servicio militar, no sé hasta cuando; es un colega de la ciudad de La Plata.
Sr. Juez: ¿El nombre era Miguel Angel Nicosia, verdad?
Sr. Raffaghelli: Sí.
Sr. Juez: ¿Está matriculado en el Colegio de Abogados de La Plata?
Sr. Raffaghelli: Supongo que sí porque es penalista allí.
Sr. Juez: Lo que usted cree sí es que en las listas que él pudo ver debe haber personas que después
desaparecieron.
Sr. Raffaghelli: Entiendo que sí porque él me dijo claramente que había traslados y que los
“traslados” significaban claramente asesinato, los vuelos. Fue la primera noticia que tuve respecto a mi persona y quizá él podrá dar otros elementos.
Sr. Juez: ¿Estuvo vinculado con la gremial de abogados de Mar del Plata?
Sr. Raffaghelli: No, lo conocía a Salerno, a Candeloro pero fugazmente pero no estuve vinculado. Yo
había estado vinculado en Buenos Aires hasta el ’75 y en una asamblea nacional de la gremial los
conocí a ellos. Pero realmente en Mar del Plata conocía poca gente; en el caso de Centeno lo habíamos invitado a dar una conferencia en Necochea, él había ido a fines de 1975 y al doctor Candeloro, por lo que dije, que creo que son dos casos distintos. Creo que era muy claro que lo de Candeloro era anterior al ’76 en cuanto a los problemas de persecución y de atentados que tuvo.
Sr. Fiscal: En su exposición usted ha narrado que en oportunidad en que usted fue llevado junto con
su hermana del estudio jurídico pudo reconocer a una de las personas presentes como el subcomisario
Mario Larrea.
Sr. Raffaghelli: Exacto.
Sr. Fiscal: Él es quien le indica que guardara silencio porque la policía estaba respondiendo a órdenes.
Sr. Raffaghelli: Así es.
Sr. Fiscal: ¿Le indicó el subcomisario Larrea o durante su cautiverio usted pudo determinar a qué
órdenes respondía la policía de la provincia de Buenos Aires?
Sr. Raffaghelli: Él fue claro cuando me dijo que esto era una orden del Ejército. En mi caso es
clarísimo que mi secuestro fue ejecutado y planificado por el Ejército, a tal punto que mi liberación me la concedió quien tenía el sumo poder en esta zona que era el coronel Pedro Barda. Quería aclarar una cosa que no dije y es que en Necochea el que acompañaba con gran vehemencia los operativos de
otros detenidos políticos (yo en ese momento no lo vi pero después sí tuve un diálogo con él) era el
comisario Héctor Francisco Bicarelli.
(Continúa el señor Raffaghelli): ... Antonio Pobilaitis, él estuvo presente, le rodearon la manzana y
lo sugestivo de todo esto es que ellos sabían perfectamente que no tenían ningún tipo de armas, o sea,
que su “valentía” se debía justamente a eso, a buscar gente que sabían que era gente pacífica, que tenía ideas de defensa de lo social pero no otra cosa. Lo que debo reafirmar es durante los posteriores dos o tres años tuve una libertad condicionada, en alguna oportunidad tenía que ir a la comisaría también y en una oportunidad estaba este señor Bicarelli y la tortura sicológica seguía porque él me comentó que al doctor Milisevic lo habían enterrado en un campo de la zona. Obviamente es un comentario que no sé por qué me lo hizo pero por suerte me enteré luego que este médico de Necochea llegó cuando estaba el procedimiento en su casa, pudo huir y salir del país, creo que ahora está en Suecia o algo así.
Lo que quiero decir es que es señor era la cabeza visible de este plan en Necochea, tiene perfecto
conocimiento de todos los hechos, todas las detenciones que se produjeron allí y debe haber sabido
qué militares estuvieron y demás. Otra cosa que quiero decir también es que en el diálogo con Barda
me dijo –lo que abona mi tesis sobre el origen de mi detención- que había recibido opiniones negativas de mi persona de parte de importantes empresarios de la ciudad.
Sr. Fiscal: ¿Le dijo quiénes?
Sr. Raffaghelli: No, no me lo dijo.
Sr. Fiscal: Retomo su relato respecto del comisario Bicarelli. Por los dichos del testigo Garamendi
tenemos conocimiento cuál había su intervención durante el secuestro de esta persona. ¿Nombró usted a un artista plástico de Necochea, puede ser?
Sr. Raffaghelli: Antonio Pobilaitis. Él fue muy maltratado por este señor en el operativo, estuvo
detenido aquí en la comisaría 4ª durante 60 o 90 días, aparentemente el delito de Pobilaitis era que
tenía alguna pintura con rasgos sociales y por eso fue secuestrado.
Sr. Fiscal: A ver si esta conclusión que hago es válida. Podría considerarse, de acuerdo a lo que usted
ha expuesto, que Bicarelli era el máximo responsable de ejecutar las órdenes que emitía la autoridad
militar para ser llevadas a cabo en Necochea.
Sr. Raffaghelli: Yo no lo puedo afirmar ...
Sr. Fiscal: O uno de los máximos responsables ...
Sr. Raffaghelli: Yo creo que Bicarelli en ese caso era más papista que el Papa. Él recibía,
acompañaba y ponía todo el énfasis en los procedimientos e imitaba al furor con que venían estos
foragidos, porque en realidad lo eran. En mi caso creo que uno estaba drogado, sus ojos estaban
inyectados en sangre, rompían y tiraban todo, robaban y Bicarelli hacía mérito. Yo lo diferencio con el caso de Larrea porque Larrea por lo menos mantuvo la misma actitud que había tenido cuando lo
conocí en el ejercicio profesional en esa emergencia y posteriormente fue lo mismo, o sea, en ningún
momento fui amenazado por él ni nada. En cambio, este comentario que me hizo Bicarelli a mí era una velada amenaza y además decía “nosotros” enterramos a este médico, como que él formó parte de esa acción; evidentemente no había sido así pero él estaba identificado plenamente con el plan. No sé si era el máximo responsable pero él estaba identificado plenamente con el plan.
Sr. Fiscal: También mencionó a un suboficial de la policía ...
Sr. Raffaghelli: Adrián Argüello. Ese señor me siguió en varias oportunidades, yo lo noté, conocía su
vehículo y el comisario de Necochea en ese momento se llamaba Francisco Ríos pero no tuve
oportunidad de hablar con él.
Sr. Fiscal: A Argüello usted lo identificó como una persona que participó en su secuestro y, por lo que
anoté en mis apuntes, fue la persona que le había colocado un revólver o una pistola en la cabeza.
Sr. Raffaghelli: Exactamente. Argüello era un suboficial en ese momento, muy fornido, de físico muy
grande. Él estaba al lado de la puerta, mi estudio tenía una mirilla y tenía citada mucha gente porque
en ese momento había un conflicto en el puerto con la construcción de una escollera y yo estaba
atendiendo un conflicto con los buzos que estaban haciendo el trabajo. Los buzos empezaron a venir y tocar timbre y escuchaba en la habitación donde estaba que ellos les decían “no, hoy el doctor no
atiende, venga otro día”, o sea, que hubo mucha gente que vino al estudio y que después se comunicó
con mi familia porque les sorprendió ya que era una cosa absolutamente anormal: una persona por la
mirilla con las características de estos sujetos que les decían “hoy el doctor no atiende”.
Sr. Fiscal: ¿Usted conoce si esta persona de apellido Argüello que usted ha mencionado forma parte
todavía de la policía de la provincia?
Sr. Raffaghelli: Presumo que se pudo haber jubilado porque yo en ese momento tenía 27 años y
Argüello tendría 10 años más, así que yo supongo que en este momento debe estar jubilado.
Sr. Fiscal: También mencionó al coronel Cornejo. Dijo que era posiblemente la persona que, cuando
lo trasladan desde su estudio a la comisaría de Necochea, los había recibido a esta comisión policial –
por llamarla de alguna manera- en la ciudad de Necochea. ¿Usted utiliza el adverbio “posiblemente”
por qué motivo?
Sr. Raffaghelli: No entiendo la pregunta.
Sr. Fiscal: Usted dijo que “posiblemente haya sido el coronel Cornejo”. ¿Por qué dice
“posiblemente”?
Sr. Raffaghelli: Porque yo venía encapuchado, no pude verlo, sí escuché que le dijeron algo así como
“acá le traemos a un zurdo, coronel”, ellos utilizaban esta expresión, o “por fin me traen un zurdo”.
Evidentemente era alguien que no había estado en el operativo pero era como que supervisaba el
operativo. Después me enteré que Cornejo había estado presente en varios operativos e incluso viajaba a Necochea cuando había operativo. Al respecto quiero decir dos cosas para que se comprenda el cuadro. Lo primero –que había omitido- me parece importante que se sepan quiénes eran los médicos que estaban en la 4ª en ese momento. Cuando yo llegué a la 4ª prácticamente no podía caminar y pedí un médico; entonces vino un señor grandote, morocho, se presentó como médico, prácticamente no me miró y me dijo “no te preocupes, pibe, que ya se te va a pasar”. Creo que hubo muchos médicos que estaban al pie de la sala de tortura y me parece que ese es un hecho que no se puede omitir. Lo segundo es que lamentablemente los medios de prensa estaban absolutamente silenciados. En Necochea no salían los nombres de las personas detenidas, por ejemplo, salía que “las Fuerzas Armadas realizan numerosos operativos en distintas zonas de la ciudad y hay detenidos”. Una noticia absolutamente escueta -me tomé el trabajo de ir a los archivos- como si fuera un hecho menor, lo cual muestra la situación que se vivía en ese momento.
Sr. Fiscal: ¿Conoció el destino del coronel Cornejo cuando usted fue detenido? Porque usted dijo que
se trasladaba a Necochea.
Sr. Raffaghelli: Yo creo que él estaría en Mar del Plata pero sé seguro que él era responsable de la
subzona de Necochea, Lobería, San Cayetano. Había un mayor Tocalino que también andaba mucho y en el ministerio de trabajo había un capitán de navío de apellido Montes, que era el delegado de ese
ministerio, y una de las consecuencias que yo sufrí en el ejercicio profesional fue que no me dejó
entrar al ministerio durante por lo menos dos años, del ’76 al ’78. No sabía la causa pero no podía
entrar, era una orden no escrita; inclusive es más, la amenaza de Barda fue que no ejerciera más
derecho laboral, a tal punto que el despido de este delegado que comenté lo inicié un día antes de
vencida la prescripción acá en Mar del Plata, mi cliente ya se había ido del lugar por razones de
seguridad y tuve mucho temor en iniciar ese juicio pero, bueno, me parecía un deber de conciencia
hacerlo. El juicio terminó en 1979 y gracias a Dios se hizo lugar a la demanda.
Sr. Fiscal: Cuando se le informa a usted que va a ser derivado a disposición de las Tres A, ¿en qué
momento se le manifiesta eso?
Sr. Raffaghelli: Esto fue así. Yo tuve una sesión de tortura el 26 de abril muy intensa y larga,
inclusive en ese momento me dicen que en un libro mío había aparecido una lista de armas. Yo lo
negué absolutamente, no sabía manejar un arma, eso era absolutamente falso, que yo nunca había
tenido ninguna vinculación ni compartía esa idea política y que de ninguna manera podía ser cierto.
Siguió la tortura, llegó un momento en que esta gente se cansaba porque salvo que tuvieran una orden
muy precisa de matar a una persona llegaba un momento que estar una hora torturando a una persona
era una cosa tremenda. La segunda sesión fue incluso más leve, fue ya casi como un trámite porque
ellos estaban acostumbrados porque lo hacían a diario y durante muchas cosas, y me dijeron “vos sos
boleta, a vos te derivamos directamente a las Tres A”. Por eso cuando a mí me vinieron a buscar y me
sacaron y me llevaron en un Torino de la Federal pensé que era un traslado, en la cárcel o que
directamente me iban a ejecutar porque me sacan esposado y Barda me confirma que yo estuve a
disposición de la autoridad militar y que estuvieron a punto de ponerme a disposición del PEN. Si
hubiera sucedido hubiera estado al menos un año más preso porque el trámite de levantar un decreto
del PEN era un trámite bastante complejo; conozco el caso de Amílcar González que recién pudo tener su opción para salir del país en 1978, dos años después de ser detenido.
Sr. Fiscal: Pero de todas maneras mientras duró su cautiverio, usted permaneció solamente en la
comisaría 4ª.
Sr. Raffaghelli: Yo estuve todo el tiempo en la comisaría 4ª ...
Sr. Fiscal: Salvo estos traslados ...
Sr. Raffaghelli: Tengo entendido -por información que he recogido después- que la comisaría 4ª era
un lugar de detención semilegal, digamos, por las características de los detenidos que había. No puedo precisar el lugar a donde nos llevaban pero cuando había detenidos que luego fueron asesinados o desaparecidos por lo general creo que los que estuvieron en la 4ª casi todos recuperaron luego su libertad, por lo menos de los que yo conozco. No sé el caso de la hija del doctor Vallejos y el caso de la hija del señor Martínez Tecco ni tampoco sé qué pasó con Gutiérrez de Volta. No sé realmente qué ocurrió con ellas pero el resto sé que recuperaron su libertad.
Sr. Fiscal: Usted pudo conocer a través de lo que después pudo haber averiguado respecto del posible
lugar a donde era trasladado para ser torturado.
Sr. Raffaghelli: Hay algunas personas que estuvieron detenidas que también eran sacadas en las
mismas condiciones que yo que dicen que podría ser la Base Aérea Mar del Plata. Lo que sí es
evidente es que el auto daba muchas vueltas como para desorientar pero es evidente que era un lugar
militar que estaba a veinte minutos o media hora en auto, no sé si era el GADA o la Base Aérea.
Incluso me parece bastante porque conociendo la ciudad y a la hora en que nos sacaban –las 12 de la
noche- desde la 4ª a la Base Aérea se tarda menos de veinte minutos o media hora. Pero no era un
trayecto directo sino que daban muchas vueltas.
Sr. Fiscal: La contestación que hacen a las gestiones para obtener su paradero y eventualmente su
libertad y cuando el doctor Smart contesta que usted está detenido a disposición de autoridades
militares, ¿eso es un trámite verbal o ha quedado alguna constancia escrita?
Sr. Raffaghelli: Quiero destacar que no fue en ese momento, o sea, lo que sí creo que el Colegio de
Abogados en mayo o junio mandó una nota al Ministerio de Gobierno (yo he entregado el expediente
a los colegas que están representando a desaparecidos) y allí surge claramente que por orden del
doctor Smart –afirma un funcionario, que creo es coronel o algo así- estoy detenido a disposición de la subzona militar.
Sr. Fiscal: Ah, de acuerdo, se trata de un documento escrito
Sr. Raffaghelli: En el año ’85, ’86 inicié un trámite en el Juzgado Federal –diligencias preliminarespara tratar de verificar si había algún registro de mi detención y el único registro que se pudo detectar fue ése e incluso cuando salí de la 4ª firmé mi salida en un libro, cosa que también me preocupó mucho. No sólo firme sino que cuando estábamos detenidos nos tomaron huellas dactilares, nos pidieron datos y demás, es decir, que había un registro en la 4ª. Evidentemente debe haber habido
documentos; la contestación del oficio que ahí está por parte de la 4ª dice que ya habían pasado más de diez años y los habían destruido. Lo mismo pasó con la comisaría de Lobería porque en ese momento Quequén dependía de Lobería, después por un decreto de la gobernación de ese momento pasó a Necochea, pero como el territorio de mi detención fue Quequén y estuve detenido en Necochea mandé oficios a los dos lugares y se me informó que no había ningún tipo de constancia.
Sr. Fiscal: ¿Usted dice que en la comisaría 4ª se le informó que esos libros donde usted firmó su
salida habían sido incinerados?
Sr. Raffaghelli: No recuerdo bien, la contestación, está el expediente ahí.
Sr. Fiscal: Pero de todas maneras está documentado.
Sr. Raffaghelli: Sí, sí.
Sr. Fiscal: Doctor, tampoco pude deducir de su exposición si durante el tiempo que usted estuvo
detenido su familia conocía el lugar donde estaba o si siempre se tuvo incertidumbre respecto del lugar donde se encontraba.
Sr. Raffaghelli: Creo que hubo un hecho fortuito que debo decir casi me salvó la vida. Cuando a mí
me detienen la policía se lleva mi auto y lo empiezan a usar, inclusive van a comprar cigarrillos a la
Terminal con el auto y un familiar directo mío, mi cuñado Pedro Penovi, ve el auto (él todavía no
sabía de mi detención), para a la persona que andaba en el auto un policía que estaba haciendo los
mandados con el auto- y le pregunta qué hacía con el auto, que era mío; el policía le dice “mire,
doctor, se lo llevaron a Mar del Plata” y entonces Pedro Penovi –sobrino de Vilas- inmediatamente se
traslada a Mar del Plata y hace gestiones. Creo que Vilas hace gestiones, habló con un coronel Berisso, que estaba creo en el GADA, porque luego el comisario Asad cuando viene a verme me dijo que el coronel Berisso había estado preguntando por mí. Mi cuñado buscó por todas las comisarías de Mar del Plata y cuando llegó a la 4ª le dieron como una media palabra que yo estaba allí (“sí, puede ser” pero no dijeron “no” directamente) y después lo confirmó a través de esta versión que estoy diciendo.
De todas maneras no tuve contactos con mis familiares hasta después de cuarenta días donde luego sí
me empezaron a ver.
Sr. Fiscal: Finalmente le quería hacer alguna pregunta en relación al contacto que tuvo con este señor
Miguel Angel Nicosia. Quería que me especifique si Nicosia estaba haciendo la conscripción siendo
ya abogado.
Sr. Raffaghelli: Sí, exacto. Por eso es que él no hacía ningún tipo de tareas de las que habitualmente
hacen los conscriptos.
Sr. Fiscal: Habría pedido prórroga y lo habría hecho luego de recibirse.
Sr. Raffaghelli: Exacto. Le habían dicho que ya que era abogado haga todo lo que tenga que ver con
expedientes. Entonces me dijo que él diariamente hacía la planilla de detenidos y ahí ponía los nuevos,los que liberaban, los que entraban.
Sr. Fiscal: ¿Usted no ha vuelto a tener ningún contacto con el doctor Nicosia?
Sr. Nicosia: No. Si bien los dos somos de Lobería, estudiamos en la misma época juntos, no he tenido
más contacto; él se dedica a otra rama de la profesión, está en La Plata y no lo he vuelto a ver.
Sr. Fiscal: Este encuentro casual que usted ha referido, ¿recuerda el año en que se produjo? No
entendí demasiado si Nicosia todavía seguía prestando ...
Sr. Raffaghelli: No, no, esto fue muy posterior. Creo que había tanto terror en la sociedad argentina
que, por ejemplo, Nicosia, que se crió conmigo, que estudiamos juntos en La Plata, no llamó por
teléfono a mi casa para decir de esta situación. Y no lo digo como un cargo contra él, digo que
evidentemente la sociedad estaba aterrorizada. Pero cuando nos encontramos, empezamos a hablar y
en un momento él me contó. Yo sabía por mi madre que él estaba haciendo la conscripción allí pero
nada más, no sabía en qué condiciones ni nada. Deben haber pasado seis o siete años, o más, del hecho
cuando yo lo encontré en La Plata y él me hace ese comentario que me dejó frío.
Sr. Fiscal: Usted indicó que su madre lo había visto a Nicosia en el GADA. ¿Su madre estuvo en el
GADA?
Sr. Raffaghelli: Mi madre, pese a ser ama de casa, que nunca había salido de su casa y de una
localidad pequeña como Lobería, tuvo -como toda madre- una actitud heroica. Se tomó el colectivo,
fue al GADA y hasta que no la atendieron no se fue. Les reclamó por mi libertad.
Sr. Fiscal: ¿Recuerda a quién le reclamó por su libertad?
Sr. Raffaghelli: No, no recuerdo. Un capitán o algo así le dijo que yo era un subversivo y que estaba
detenido por eso, que me estaban investigando y que no podían dar otro tipo de explicación. Mi padre
era comisionista, hacía viajes a Buenos Aires y tenía clientes con campos en la zona de Lobería. Fue a ver a uno de ellos, el señor Areco, y este señor le dijo que era muy amigo de Hardindeguy, “voy a
hablar con el Vasco a ver qué se puede hacer”. Areco fue a hablar con Hardindeguy y éste le dijo
“mirá, pedime cualquier cosa pero no me pidas por un detenido político porque esta es una decisión
tomada de las Fuerzas Armadas de no aceptar ningún tipo de gestión porque esto es una guerra” y,
bueno, todo el discurso que existía respecto a esta cuestión. Esto también fue muy gráfico de cómo fue encarado este plan.
-Ante una pregunta fuera de micrófono realizada por uno de los abogados querellantes, dice
el Sr. Raffaghelli: Ellos me preguntaban qué opinaba de Centeno y dí esa opinión que ya expresé. Y
también me preguntaban por apellidos que evidentemente eran de Mar del Plata; como hacía muy
pocos meses que estaba en la zona no conocía esos apellidos. Quizá esa haya sido una gran suerte para mí. Después supe que muchos de ellos fueron desaparecidos.
Sra. : Usted refirió que una semana antes de su detención había logrado la reincorporación de
un delegado gremial. ¿Nos puede relatar el hecho y si puede identificar el establecimiento fabril?
Sr. Raffaghelli: Sí. Yo era abogado del Sindicato Argentino de Obreros Navales, cuyo secretario
general a nivel nacional era el señor De Luca en ese momento (1975), el delegado en Necochea era
una persona de nombre Carlos Mauricio González y el establecimiento era Astilleros Vanoli S.A., que
había tenido un proceso de suspensiones y despidos desde mediados del ’75 en que llego a Necochea y que había sido muy resistido por el gremio. El conflicto había sido bastante virulento en el sentido que había habido muchas audiencias, ocupación del establecimiento y el intento de la empresa era
básicamente sacarse de encima a este muchacho. Como esto no se logra a través de un lock out
patronal, es despedido. Él tenía fuero sindical, en ese momento estaba establecido así por la ley de
asociaciones sindicales, interpuse una acción de la que obtuve como medida cautelar la reinstalación.
Ese fue el hecho.
Sra. : Teniendo en cuenta lo que usted ha relatado en cuanto a lo que cree que fueron los
motivos de su detención, ¿por qué considera usted que en Mar del Plata y la zona la represión tuvo
como uno de sus objetivos a los profesionales del derecho?
Sr. Raffaghelli: Creo que en general la persecución a la profesión no fue solamente exclusiva de Mar
del Plata sino que fue un hecho distintivo en muchos lugares del país. Principalmente los abogados
que sufrieron la represión fueron aquellos vinculados a la defensa de detenidos políticos del período
anterior a 1973 y algunos que se produjeron antes del ’76 y los abogados de gremios. Esto fue muy
claro. Me parece que el mensaje era “si logramos que no haya abogados que defiendan presos políticos se lograba el objetivo porque no había nadie que se presentara en Tribunales a reclamar”, lo cual es gravísimo porque se presume que en los juzgados, por lo menos en Mar del Plata, había alguien que informaba qué abogados presentaban hábeas corpus. Es un gravísimo cercenamiento al ejercicio profesional. Y también es grave que no se pudiera ejercer la abogacía en materia laboral. Recuerdo que después de mi liberación, en Quequén cerró una fábrica de pescado y yo era abogado del sindicato de la alimentación y el sindicato se opuso al cierre. La empresa –italoargentina- quería despedir a todo el personal e indemnizarlo; inmediatamente tuve personas de civil en la puerta de mi casa, en la esquina, con vigilancia y como no se solucionaba el conflicto nos citaron al delegado gremial y a mí a las cinco de la tarde al ministerio de Trabajo de Mar del Plata –cosa que nos llamó la atención porque funcionaba hasta la una de la tarde-, cuando llegamos no había nadie, estaba cerrado. Era una audiencia y en esa audiencia había militares; la presión fue tan intensa que directamente la amenaza fue que si no firmábamos el acuerdo salían detenidos para el GADA. Obviamente no era mi decisión la de firmar el acuerdo sino la del sindicato, el sindicato me preguntó a mí qué se podía hacer y evidentemente no había muchas opciones, no había libertad ni garantías para no firmar este acuerdo, íbamos detenidos los dos y ya con el antecedente que había tenido. Es decir, las cosas se manejaban así en ese momento y por supuesto la fábrica cerró y hubo que aceptar esa imposición. Quiere decir que hubo sectores empresariales que usaron este estado de cosas y probablemente haya habido algún sector sindical cómplice pero es evidente que escucharon más la campana empresarial que la de algún sector sindical que podría haber tenido otra opinión.
Sra. : Doctor, le hago una pregunta ya de otro tenor, referida a la comisaría 4ª. ¿Qué funciones
cumplía el subcomisario Asad en la comisaría?
Sr. Raffaghelli: Él se me presentó como hombre de inteligencia. Inclusive vino en una versión buena.
Como yo había integrado –pese a mi juventud- la gremial de abogados más o menos tenía alguna
experiencia en la defensa de presos políticos y aunque yo no ejercía ninguna (salvo la defensa de un
delegado gremial en Quilmes, antes de ir para Necochea) sabía cuál era el modus operandi con los
detenidos políticos. Sabía que siempre estaba el bueno y el malo y esta persona se presentaba como
una persona con la cual se podía dialogar, como hombre de inteligencia, como diciendo “nosotros no
estamos de acuerdo con este procedimiento que hacen las Fuerzas Armadas, la Policía es otra cosa, se
maneja con la ley”. En cierto modo trataba de diferenciarse de lo que estaba pasando pero, bueno, si
era un hombre de inteligencia sabía que la policía participó activamente en todos los procedimientos y éstos fueron conjuntos, no era el Ejército solamente porque el Ejército no conocía Quequén o
Necochea, alguien le tenía que decir quién era quien, donde vivían o cómo encontrarlas.
Sra. : ¿Qué otros detenidos recuerda haber visto en la 4ª?
Sr. Raffaghelli: Bueno, con quien más trato tuve fue con Amílcar González y con Gutiérrez, de Volta,
quien me dejó vivamente impresionado. Era un hombre humilde y recuerdo que hacía poco había
comprado con mucho esfuerzo una heladera y que se la robaron cuando hicieron el procedimiento.
Vivía en una casa muy precaria y no sólo estuvo detenido en la Base Naval y después pasa a la 4ª -
porque ese es otro detalle, algunos detenidos por ahí iban como segunda instancia a la 4ª-, había sido
salvajemente torturado y su “delito” era ser delegado de esta empresa. Sentía muchísimo que lo poco
que tenía se lo habían robado. Había también una persona llamada Pablo Hernández, que no coincidía
mucho con las características del resto de los detenidos ya que era una persona que salía, entraba,
estaba detenido ahí pero tenía un trato diferencial. Era una situación que nos llamaba mucho la
atención.
Sra. : ¿No recuerda otra persona?
Sr. Raffaghelli: Los nombres están en mi declaración. De Necochea recuerdo a todos: Pobilaitis,
Aníbal del Prado, Aramburu, las dos chicas que dije -María Eugenia Vallejos y Martínez Tecco-, había un muchacho llamado Estarita, secretario de los Guardavidas, creo que pasó Lencina y creo que hubo alguien de otro gremio, no recuerdo su apellido pero estuvo poco tiempo. Había otro muchacho de Necochea del gremio de Canillitas, Jorge Perino, que no sabía por qué estaba, no tenía ningún tipo de militancia política pero, bueno, allí estaba.
Sra. : Usted mencionó que en la 4ª supuestamente fue asistido por un médico. ¿Recuerda el
apellido de esta persona, si es que lo conoció?
Sr. Raffaghelli: No, no me dijo su apellido. Se presentó como médico, venía de civil, de traje; creo
que tenía una costilla rota porque estuve varios días con mucho dolor y tenía moretones en todo el
cuerpo pero no le dio importancia, “ya se te va a pasar” me dijo.
Sra. : ¿Usted lo vio al doctor Martín Garamendi en la 4ª?
Sr. Raffaghelli: No, porque Martín ya había sido trasladado cuando yo llegué pero como tengo mucho
trato con él sé exactamente todo lo que él pasó y sufrió en su detención, sobre todo cuando es detenido por el comisario Bicarelli, su simulacro de fusilamiento, la ruleta rusa en la playa de Necochea y demás.
Sra. : A lo largo de su relato manifiesta que había algo orquestado para llegar al secuestro de
profesionales y delegados sindicales. ¿Tiene idea usted de quiénes podían ser los civiles que eran
consultados para determinar quiénes eran las personas a detener en la ciudad de Necochea y, si
supiera, en Mar del Plata también?
Sr. Raffaghelli: Yo creo que había una campaña orquestada, por ejemplo, contra la ley de contrato de
trabajo. Eso era público, están los periódicos de esa época, porque hay un hecho significativo: la ley de contrato de trabajo no fue cualquier ley, fue una ley cuya sanción se anunció en un acto en la Plaza de Mayo. En esa época yo vivía en Buenos Aires y recuerdo haberla comprado en el tren, tenía una
difusión masiva y creo que este fue el hecho más notorio de esta ley. La gente se enteraba que tenía
determinados derechos que no sabía. La campaña del empresariado fundamentalmente era contra las
facultades que tenía el sindicato de control, de intervención, que hoy es la participación del sindicato
en la vida de la empresa y esto es algo reconocido y exigido por la OIT y que es propio de los países
más avanzados en la materia. Sabemos que Alemania tiene la cogestión y que el sindicato forma parte
del directorio de la empresa, existe la estabilidad absoluta, es decir, no existía lo que el empresariado
decía que esta ley implicaba la “sovietización” de la economía y la destrucción de la empresa ...
(Continúa el doctor Raffaghelli): ...yo no puedo identificar con nombre y apellido, sí recuerdo la
solicitada de A.P.G., que era la asociación de entidades empresarias de ese momento, Asamblea de
Entidades Gremiales Empresarias. Esa gente tenía asesores y las fuerzas armadas no son especialistas
en Derecho del Trabajo, alguien les dijo a las Fuerzas Armadas que esta ley había que modificarla y
algo que no dije, qué casualidad que el golpe fue el 24 de marzo, yo creo que ya estaba hecha la
reforma, el 29 de abril o sea 35 días después se aprobó la ley 21297, que modificó –la ley tenía 300
artículos- 125 artículos o sea destripó la ley, le quitó todo su sentido original, esta es la prueba más
palmaria, porque la eliminación de 25 artículos y la modificación de 100, es evidente que estaba
preparado, esto es muy claro y fue lo más notorio de la modificación de la legislación laboral. Después vino -esta fue la 21297- la 21400 que fue la prohibición del derecho de huelga y el castigo con cárcel del derecho de huelga, una cosa inédita y un retroceso a un período anterior a principios de siglo en la Argentina. Pasó de tolerarse la huelga, después se reconoció expresamente en la reforma de la Constitución del ´57 y esta ley pasando por encima de la Constitución reprimía el derecho de huelga, suprimió la fijación de salarios por convenio colectivo, se hizo a través de un Decreto, es evidente que las Fuerzas Armadas actuaban con la complicidad de sectores de los medios de comunicación, del Poder Judicial, de médicos y el sector empresarial ocupó específicamente, no quiero decir todos, un sector del empresariado, hubo muchas pequeñas y medianas empresas que sufrieron los embates de un plan económico, pero creo que quienes decidieron la reforma de la ley de trabajo no fue la pequeña y mediana empresa, respondió a otros sectores y no es que con esto hago una lectura ideologizada de esta situación, son hechos muy palmarios, muy concretos, aparte no hay un solo autor que no esté de acuerdo que fue una reforma absolutamente inorgánica, por la forma en que se procedió en ese momento, casi brutalmente.
Sra. .......: Perdón doctor, cuando usted plantea la presión que tuvo en el Ministerio de Trabajo en la
ciudad de Mar del Plata, nombró la empresa con la cual había tenido el conflicto.
Sr. Raffaghelli: La empresa era SITAR, Sociedad Italo Argentina de Pesca.
Sra. .......:¿Tuvo algún otro episodio de las mismas características?
Sr. Raffaghelli: No, puntualmente no, porque no hubo tantos conflictos, los mismos estaban muy
acotados, los conflictos de tipo colectivo, sí puedo marcar ese anterior a mi detención y este posterior
a mi detención que fue de una tremenda coacción moral y después creo que los otros conflictos en que intervine fueron de otra época, lo que yo dije que para mí era otra etapa histórica.
Sra. .......:¿Usted continuó siendo abogado de algunos sindicatos, cuando regresó a Necochea?
Sr. Raffaghelli: Yo estuve un año sin ejercer la profesión, un año sin saber que hacer, por eso que
todo lo que pasó en Mar del Plata no tuve conexión directa, porque prácticamente no venía, hasta
decidí entre irme del país, que era una posibilidad y la posibilidad de quedarme en la Argentina y
sobre todo quedarme en mi lugar, fue una decisión meditada, inclusive con el apoyo de los sindicatos
locales y de los Colegios de Abogados que me dijeron: “Mirá Luis, si vos no querés poner un estudio,
no te vamos a dejar solo, te vamos a ayudar”. Y efectivamente empecé a trabajar despaciosamente en
el comedor de la casa de mis padres, atender sin tener un estudio, hasta que en el año ´79, ´80, un
poquito antes, me decidí a abrir un estudio y realmente si bien lo sufrí, estoy contento de la decisión, si bien era muy duro vivir en la Argentina y seguir haciendo lo que uno estaba convencido que tenía que hacer, porque tuve mucha presión para haber dejado lo que es mi vocación, seguí siendo abogado de muchos sindicatos, ese tiempo lo dediqué mucho a mi formación académica, no se privilegió tanto lo que era la actividad de asesoramiento sindical para hacer los juicios individuales y la formación
jurídica, asistiendo a congresos, a jornadas y tratando de estar preparado para dar respuesta al
momento que se vivía.
Sra. .......: Doctor, cuando usted vuelve a Necochea qué cambio ve en las personas que defendían a la
parte sindical, qué cambios advierte usted dentro de los profesionales que están en la parte sindical, lo
digo en cuanto a personas, si había llegado gente que no estuviera hasta ese momento o continuaban
los mismos asesores, eso en relación con lo que directamente Barda le recomienda a usted que no
ejerza Derecho Laboral.
Sr. Raffaghelli: Éramos muy pocos, estaba mi amigo, el finado Taraborelli, que era abogado del
Centro de Empleados de Comercios, fue una persona que también me apoyó mucho y no había
prácticamente abogados laboristas, realmente lo que era riesgozo era hacer derecho colectivo del
trabajo y lo que era también riesgozo era cuando había un conflicto con algún sector de cierta
preponderancia social o política en la ciudad, era evidente que había una presión para que uno no
pudiera ejercer libremente la profesión, me parece que de eso se trataba, que uno pudiera tomar el caso
con tranquilidad, llevarlo adelante sin temor a represalias o consecuencias, como este caso que me
costó tanto poder iniciarlo, era una cosa absolutamente fuera de lo común. Por supuesto que en ese
entonces, usted sabe como abogada que se modificó el artículo de la Ley de Contrato de Trabajo que
establecía la indexación en un momento de alta inflación se dejó sin efecto, creo que el artículo 301,
que establecía la indexación por los precios al consumidor de los créditos laborales y se modificó por
el índice del peón industrial, por supuesto mi cliente, aquel que no quiso aceptar el despido, que en
aquel momento cuando le ofrecieron el despido se compraba una casa de primer nivel en la ciudad de
Necochea, cuando fue a cobrar en el año ´80 más o menos, no se pudo comprar ni un auto, porque la
pérdida del poder adquisitivo de su crédito había sido tan grande que esto recién se modificó por esa
fecha más o menos cuando la corte en el ´81, el caso Valdés con Sintioni que reconoce la actualización de los créditos laborales, pero era para ese caso en particular y bueno todo esto significó que muchísima gente perdiera... Hay un autor que también conozco mucho, que es el doctor Capón Filas, él manifiesta que durante el período del ’76 al ´83, el dinero perdido por los trabajadores, el poder adquisitivo de los trabajadores es una deuda interna de extraordinaria magnitud, inclusive el lo mide en pesos. Ese fue también un efecto que se logró, yo creo y usted lo debe saber doctora, acá en Mar del Plata no cualquiera en ese tiempo, en Mar del Plata también por conocer colegas y después con el tiempo, me parece que el efecto de la muerte de los colegas, fundamentalmente la muerte del doctor Centeno tuvo un efecto disuasorio en cuanto a la posibilidad de que alguien siguiera ese camino, era muy claro que ese era el efecto, porque no se lo podía acusar a Centeno de otra cosa. No hubo una sola actuación judicial, ni administrativa, en ese momento estaba la famosa CONAREPA, donde hubo personas que se les imputó que había enriquecimientos ilícitos o que inclusive perdieron su patrimonio, en este caso es muy claro, es irrefutable, no hay persona informada y vinculada al mundo del trabajo que pueda refutar esta situación, lo que sí es claro es que hubo muchos silencios con la muerte de Norberto Centeno, de Jorge Candeloro y los demás colegas, hubo muchos silencios que en algunos casos tienen que haber sido llamativos y me parece que no se le dio la dimensión que hoy mirado a la distancia tiene este episodio salvaje, no se puede creer, realmente es absolutamente
incomprensible, de un salvajismo que no se emparenta con las peores experiencias de la humanidad,
de violación de derechos humanos.
Sra. .......:¿Quiénes quedaron cuando usted vuelve en el año ´78, quienes eran las personas que
defendían en el caso de producirse conflictos colectivos o que quedaron como asesores de los gremios que usted estaba y en los otros también?
Sr. Raffaghelli: No, no hubo prácticamente reemplazantes, salvo algún caso que pueda haber
atendido, como a mí me pasó de haberle atendido algún expediente a Jorge Candeloro que trabajaba en Necochea y tenía expedientes en Tres Arroyos, porque antes del ´78 se produce una división, los
juicios de Necochea se tramitaban en Tres Arroyos y los de Quequén en Mar del Plata, entonces
Candeloro me pide a mí en esa visita que me hace que le siga algunos de los juicios que él tenía en
Tres Arroyos, fundamentalmente él era abogado de agrupaciones del transporte que estaban
enfrentadas con la conducción y él tenía muchos juicios del transporte y le hice la procuración de
algunos juicios.
Sra. .......: Doctor, usted refirió que en una de las golpizas le preguntaron acerca de las llaves del
llavero que tenía y que luego allanaron a esos lugares, entre los cuales estaba el domicilio de sus
padres, donde estuvo presente el comisario de Lobería, no sé si no recuerdo o no mencionó cuál era el
nombre del comisario.
Sr. Raffaghelli: No, lamentablemente no, es un apellido fácil de ubicar. Este hombre tuvo un gran
cinismo, porque mi padre era una persona de toda la vida de Lobería, una persona ampliamente
conocida y se presentó de las mejores maneras, “mire, señor Raffaghelli, nosotros tenemos que hacerle una interpelación a su hijo, no lo vaya a tomar a mal, esto es una cosa de rutina, pero vio, nosotros cumplimos órdenes”, hizo un allanamiento buscando algún elemento que me pudiera incriminar a mí.
Fue tan benévolo el proceder que mi padre ni pensó en lo que me estaba pasando a mí en ese
momento, pero igualmente llama por teléfono después y a las horas se entera, pero en ese momento no pensó, porque fue presentado como una cosa de rutina, un procedimiento formal.
Sra. .......: En los otros allanamientos se presentaron como policías o identificaban a ....
Sr. Raffaghelli: No, no. Lo que me dijo a mí el señor Larrea es que era un procedimiento del Ejército
y esto fue corroborado por todo lo posterior, por donde me llevan cuando soy liberado y fue
corroborado por el informe de Smart, donde él señala, si bien no dice creo del Ejército, sino dice que
está a disposición de las autoridades militares, él no individualiza la fuerza, pero yo sé que había
distintas características en el proceder de cada una de las fuerzas, Ejército, fuerza aérea y marina y que tenían divididas las zonas o por pertenencia política o algo así. En mi caso sí fue el Ejército.
Sra. .......: Usted refirió que el cabo Argüello le hizo un seguimiento, eso fue antes de su secuestro o
cuando retornó a Necochea.
Sr. Raffaghelli: No, esto fue después, durante bastante tiempo, era una cosa hasta medio torpe porque
uno podía darse cuenta del proceder que tenía, porque no era que tenía una persecución, pero tenía
motivos como para fijarme bastante, incluso durante mucho tiempo no pude dormir en mi casa porque no podía dormir tranquilo, tenía que dormir en el domicilio de un familiar para sentirme un poco más tranquilo, porque era imposible poder tener tranquilidad dada la situación que se estaba viviendo.
Sra. .......: En el caso de su hermana, que usted manifestó que fue llevada como rehén, ¿estuvo
encapuchada todo el tiempo?
Sr. Raffaghelli: Mi hermana estuvo encapuchada mientras estábamos en el estudio, después la
llevaron a otra dependencia e intentaron una política distinta a la mía, a mi hermana en todo momento
la trataron bien después de esto, trataban de sacarle información, inclusive en la ciudad de Mar del
Plata había un proceder sobre todo con las detenidas mujeres, había algunos -no sé si eran oficiales de
la policía o del Ejército- pero recuerdo que en el caso de mi hermana la sacaron a pasear, como a dar
una vuelta, la invitaron a tomar un café, mi hermana es una persona que no tenía experiencia política,
era muy joven, y la sacaban para dar una vuelta ya que estás acá en esta situación, pero ya vas a salir,
que se yo y la conversación iba en algún momento a la pregunta: ¿tu hermano qué hace?, ¿a qué se
dedica?, ¿tiene alguna militancia?, es decir, estaba el método violento que ejercían sobre mí y estaba el otro método que creo que no sólo fue seguido en el caso de mi hermana, sino que tengo entendido que hubo otros casos en Mar del Plata donde también se hacía lo mismo, no sé si a la hija de Vallejos y de Martínez Tecco también les hicieron algo similar como una metodología tendiente a obtener
información que pudiese comprometer al detenido.
Sra. .......:¿Ella puede identificar a esas personas?
Sr. Raffaghelli: No, yo creo que recuerdo que se presentaban por el nombre, además ella fue liberada
a los pocos días y quedó con mucho miedo, después no habló del tema por muchísimo tiempo, pero yo lo recuerdo como un hecho llamativo.
Sr. Juez: Bueno, no hay más preguntas, gracias, doctor. Muchas gracias por la comparecencia.
-Se retira el doctor Raffaghelli y se llama al señor Rubén Junco como nuevo testigo.
Sr. Presidente: El Tribunal cita ahora al doctor Rubén Junco. Buenos días, lo hemos citado a prestar
declaración testimonial en la audiencia que se sigue en el denominado Juicio por la Verdad a los
efectos de obtener información acerca del destino y circunstancias de hecho que motivaron el
secuestro de abogados que usted ya conoce. En su calidad de vicepresidente del Colegio de Abogados
de aquella época el Tribunal lo ha convocado como testigo, usted por su condición de abogado
comprende las generales de la ley, de manera tal que le voy a tomar juramento a los efectos de
proceder a interrogarlo. Doctor Rubén Junco ¿jura usted según sus creencias decir la verdad de todo
cuanto supiera y le fuera preguntado?
Sr. Junco: Sí, juro.
Sr. Presidente: El Tribunal más que nada lo citó a los efectos de que se le trasmitiera cuáles son las
gestiones que se hicieron en aquella época con motivo de los procedimientos que se hicieron sobre los
estudios jurídicos de los abogados, las gestiones que se hicieron acerca de dar con el paradero de los
abogados secuestrados, presentación de hábeas corpus, etc., es decir toda la actividad que el colegio
desde el punto de vista institucional realizó en aquellas oportunidades.
Sr. Junco: Conozco que el colegio ha hecho entrega a través del actual Presidente de las actas de ese
entonces, por lo que voy a obviar algunos detalles que resultan del conocimiento del Tribunal. Me voy
a referir en el orden más cronológico posible dado el tiempo transcurrido puedo cometer algún error en
el tiempo, no en la cuestión de fondo. Concretamente el día más crucial, el 7 de julio de 1977, fecha en
la que encontrándome yo en el Colegio de Abogados, su Presidente el doctor Bernal no estaba,
alrededor de las 18:30, 19:00 soy informado telefónicamente por mi hermano contador, y en razón de
que una empleada de su estudio vivía en el edificio donde estaba el estudio del doctor Camilo Ricci,
que estaba ocurriendo un hecho anormal, concretamente en una segunda llamada telefónica me dice
que había gente armada y que había un gran movimiento de civiles en ese lugar. Yo al doctor Ricci lo
conocía desde hacía mucho tiempo, compartíamos el poder de la Fundación Médica Mar del Plata en
común, era amigo de su hermano, conocía su simpatía política, que era coincidente con el partido
político que yo militaba y que es público, que es el Socialismo Democrático, quiere decir que no tenía
dudas a que ese procedimiento podía ser de aquellos que en aquel entonces se suponían; contra un
subversivo. Yo no sabía que estaba en ese momento el doctor Alais trabajando con él, sí sabía que
estaba el doctor Rodolfo Díaz en ese estudio. En virtud de ello y en forma inmediata llamé
telefónicamente, esto podría parecer inocente mi actitud, al Jefe de la Unidad Regional de Policía, no
me dieron con él, con el oficial que me atendió me identifiqué como vicepresidente del Colegio de
Abogados, le dije lo que estaba ocurriendo, pedí la inmediata concurrencia de la policía y a
continuación hice lo propio con el comisario de la Seccional 2º que estaba muy cerca en ese entonces,
en la calle Gascón, informándole lo que ocurría. Traté de comunicarme y lo hice con algún familiar
del doctor Bernal y pedí que algunos otros compañeros del colegio concurrieran porque supuse que era
un hecho grave. No conforme con ello me corrí hasta el estudio de la calle Falucho, no recuerdo si fui
con alguien, creo que no y en ese momento ya se estaban yendo los últimos automóviles que salían del lugar, me acerqué hasta la puerta y creo que una persona del sexo masculino, posiblemente el
encargado del edificio me reseñó lo que había ocurrido, estaba la puerta abierta todavía del estudio de
Ricci y que efectivamente lo habían llevado, a él y a alguien más que yo en ese momento no sabía. Me
trasladé al colegio nuevamente, suponiendo que el tema era grave y ahí en el colegio convoca el doctor
Bernal a una reunión a las 21 horas que luego se convirtió en una sesión permanente por los hechos
que se sucedieron. Con respecto a Ricci inmediatamente se tomó contacto -ya se sabía que era también
el doctor Alais-, telefónico con las Fuerzas Armadas, concretamente con el ejército, se pidió una
entrevista con el coronel Barda que fue concedida al otro día y simultáneamente se puso en
conocimiento de la Federación Argentina de Colegios de Abogados a cargo del doctor Nano y del
Colegio de Provincia cuyo presidente era el doctor Cicino Fernández. Al otro día concurrimos a ver al
coronel Barda y el trato fue de absoluto desconocimiento de lo ocurrido. Yo personalmente le relaté
que me llamaba mucho la atención el hecho de lo que estaba pasando porque identificándome como
integrante del colegio, habiendo transcurrido cuarenta minutos, una hora y estando tan cerca la
autoridad policial ninguno había venido, incluso no ocurrió posteriormente lo cual me hacía suponer
que estaba en una zona liberada, tema que no le agradó al coronel Barda y nos dijo que nos iba a
responder luego que hiciera las investigaciones del caso. Dado mi trato con el doctor Ricci, tomé una
actitud personal y me comuniqué telefónicamente con un oficial del ejército, era el oficial Osvaldo
Salvadé, que creo que estaba a cargo de la inteligencia, a quien conocí con anterioridad por mi función
pública, yo fui Secretario de Gobierno hasta el golpe de marzo del ’76 y trabé con él alguna relación,
no amistad pero sí un vínculo que me permitía tutearlo con lo cual lo llamé telefónicamente, le dije
que si realmente ellos habían actuado había un tremendo error, identifiqué políticamente al doctor
Ricci y eso me significó en alguna medida un disgusto porque fui citado ulteriormente a un café en la
calle Alberti, cerca del mar, donde este oficial me dijo que lo que yo había hecho era una imprudencia,
que ese tipo de secuestros los estaban cometiendo los montoneros, que ellos no tenían nada que ver,
me recriminó esa actitud, incluso recriminó la actuación del Poder Judicial recordando a un juez de
Cámara, al doctor Vallejos, a mi estimado doctor Vallejos, como ejemplo negativo de lo que era la
justicia. Estaba evidentemente vinculando un militar de la inteligencia de entonces al doctor Vallejos
porque su hija estaba detenida por cuestiones políticas. Ese mismo día concurrió un oficial muy joven
al colegio, que recibimos parte de los miembros del Consejo, debería ser un subteniente o teniente, ya
estaban ocurriendo las otras denuncias, la desaparición de Fresneda, de Arestín, no sé si la de Bossi y
realmente la respuesta fue casi una burla por cuanto dijeron que habían hecho las investigaciones y
que nada sabían de nada. Bueno, ya la intervención de la Federación Argentina de Colegios de
Abogados, del Colegio de Provincia y de otras organizaciones y la nuestra propia hicieron que se le
otorgara una audiencia en el Ministerio del Interior, en el cual no estaba el Ministro Harguindeguy,
estaba en Corrientes entonces y los recibió el Subsecretario del Interior y el Director de Asuntos
Jurídicos de la Presidencia. El doctor Bernal fue con las máximas organizaciones colegiadas del país y
la Federación, la respuesta fue como en todos los casos negativa. A continuación, no lo sé
exactamente, pero creo que fue el 8, ocurre el secuestro del doctor Centeno...
Sr. Juez: Perdón doctor, el apellido del oficial del ejército con el que usted habló...
Sr. Junco: Osvaldo Salvadé, alias “el mudo”, y hace poco tiempo salió en los diarios, se suicidó de un
balazo en una organización militar de acá de Mar del Plata, este oficial. Yo no tuve más trato con él
después de ese hecho, creo que no lo volví a ver más.
Sr. Juez: ¿Y el suboficial joven que les llevó la respuesta?
Sr. Junco: Este suboficial era un muchachito de 20 o 21 años que lo tratamos un rato nada más y
cuando empezó a darnos una especie de clase de lo que estaba ocurriendo le dijimos que le
agradecíamos, que se retirara, que nosotros no teníamos interés en escuchar eso, por otra parte
estábamos en permanente contacto con las organizaciones nacionales y había una circunstancia
inmediata que había que solucionar que era tratar de rescatar a los desaparecidos. Camilo aparece
posteriormente tirado desde un auto, cerca del frigorífico si no me equivoco y ocurre el hecho del
doctor Norberto Centeno. Nos enteramos, si bien hace la denuncia la señora esposa de Centeno, María
Eva era muy jovencita entonces, sigue siéndolo, creo que tenía 20 años, nos relata que si realmente al
doctor Centeno le ponían una capucha, moriría, porque tenía una gran aprehensión a ese hecho,
posiblemente se lo abría dicho personalmente. Ante todas estas circunstancias, no recuerdo si ya había
estado en la entrevista el doctor Bernal, se insiste en la necesidad de que sea el general Harguindeguy
el que nos reciba porque al ser el responsable máximo de la seguridad, por lo menos en lo que hacía a
la Policía Federal y a los actos que en ese entonces ocurrían. A esa entrevista, esto es un poco
posterior a lo que voy a relatar antes, me designa el Colegio de Abogados de Mar del Plata para que yo
concurra con los otros miembros de la FACA, entre ellos el doctor Roca de Corrientes que presidía la
Comisión de Derechos Humanos y ocurre en ese interín la aparición del doctor Ricci como dije y el
doctor Centeno muerto y tirado en la ruta de Mar del Plata. Con ese hecho tan trágico y conmovidos
como estábamos concurrimos con el doctor Bernal y el doctor Scagliotti a reconocer el cadáver del
doctor Centeno en la morgue del cementerio de la Loma. Había gente afuera, llegamos a ese lugar y
me permito una pequeña disgreción, pero que hace a la cuestión, pero yo desde la época de estudiante
estoy vinculado a la medicina, incluso estudié alguna vez algo y suelo concurrir -mi yerno hace
trasplantes hepáticos en Pensilvania y lo he acompañado en muchos actos quirúrgicos, no me afecta
ver esos hechos, me afectan emocionalmente, pero puedo verlos con más tranquilidad que otros- y
cuando reconocimos el cadáver que efectivamente era del doctor Centeno, lo miré detenidamente
conjuntamente con el médico de policía creo en ese momento, no recuerdo su nombre y comprobé su
estado general. Había en esa misma morgue una mujer, que en principio me dijeron que era abogada y
era ahogada, un término erróneo, que estaba tirada a un costado y el puesto en una plancha de mármol
de las morgues. El doctor Centeno tenía un golpe muy intenso en su nariz, el médico me describió
como una fractura de tabique fruto de algún golpe, tenía un gran edema en el pecho, el médico me lo
indicó como propio de un derrame o como consecuencia de los golpes que pudo haber sufrido porque
se suponía que había sido trasladado en algún camión al lugar donde fue encontrado, pero me llamó la
atención marcas en sus manos y en sus pies, en sus muñecas, de grilletes anchos de tres o cuatro
centímetros que demostraban que había estado encadenado y en una posición que es propia de cuando
a alguien le colocan ese tipo de cadenas. Luego observé también que tenía debajo de los tobillos
picaduras que le pregunté si podían ser fruto de la picana, pero el médico me dijo que no, -creíamos en el médico que estaba haciendo ese informe-, que realmente serían picaduras de alguna alimaña por las horas que pudo haber pasado porque se trataba precisamente de partes blandas de su cuerpo. Salimos
de ahí, dimos la información al periodismo que esperaba, el doctor Scagliotti se encargó del sepelio,
concurrimos al sepelio y posterior entierro, el doctor Bernal dio un discurso digno de que se incorpore
a esta causa porque parte de ese discurso señalaba una línea del Colegio de Abogados y una valentía
que se reprodujo frente al Ministro de Justicia posteriormente en una entrevista en donde concurrió el
doctor Bernal, esto pasó luego de un tiempo, el presidente de la Federación Argentina del Colegio de
Abogados lo repitió como el síndrome de lo que significaba la matanza indiscriminada y lo que se
hacía en defensa de lo que ellos creían era la libertad. Recuerdo una frase que realmente conmovió,
aunque no le pertenecía, porque lo dijo de frente a las autoridades máximas del gobierno de entonces,
que era “cuando en nombre de la seguridad se prive la libertad no habrá ni seguridad, ni libertad”, fue
premonitorio de lo que ocurrió a través del tiempo. Seguimos con los hechos, reitero me designan para
ir a ver al Ministro del Interior, ya entonces se había producido la desaparición del doctor Candeloro
con quien tuve siempre un trato muy cordial, incluso en lo profesional me había atendido algún juicio
cuando no hacíamos en mi estudio derecho laboral y curiosamente el padre era un señor que
apareció... nadie lo atendía, lo atendí yo en un momento, después lo atendimos todos en el colegio,
muestra un papel, ya en fotocopia donde estaba la constancia, después me enteré que estaba en la ropa
de Candeloro, donde comprueban que realmente la policía dejaba la constancia de la ropa o algo así,
pero era una constancia de la Policía Federal de Neuquén. Yo llevé esa fotocopia a la audiencia, donde
nos atiende Harguindeguy y ahí comienzan a relatar caso por caso con un mal momento al comienzo
por cuanto el primer caso que se trata no era de Mar del Plata era de Corrientes, quiero confundirme y
olvidarme de esta persona por eso erré en su calificación, el general Harguindeguy dijo de esa primer
persona que estaba detenido y que era un delincuente, que estaba detenido por orden judicial, comenzó
una reunión que fue muy puntual, pero muy violenta, con lo cual cuando llegó al punto de tocarme a
mí en representación de Mar del Plata, de hablar de cada caso ellos ya tenían y hubo que denunciar
antes de entrar al Ministerio, a la Casa de Gobierno, a la calle Balcarce, por quienes íbamos tenían
todas las carpetas, lo acompañaba al general Harguindeguy que estaba de uniforme, un señor de civil,
que era el subsecretario, le traía inmediatamente la carpeta de cada uno. Yo ya no tenía por qué hablar,
ya había pasado por otro canal la muerte del doctor Centeno, la aparición con vida de Ricci, quiere
decir que comencé por Alais, no recuerdo el orden, por Fresneda, por Bossi, por Arestín y realmente
con Arestín y no con Fresneda ya me había ocurrido que había atendido a los padres de la señora de
Fresnera por cuanto venían en virtud de que querían recuperar los hijos menores de este matrimonio,
yo lo estaba haciendo no en el Colegio de Abogados, sino en mi estudio, les aconsejé y los acompañé
al Ministerio Público o al Tribunal de Menores. Incluso hice alguna gestión con quienes tenían a sus
hijos y que estaban separados por cuanto esta mujer docente, mujer excelente y por supuesto
impactada por lo que ocurría logró con el tiempo y creo que hasta hoy tener esos niños. Hablo con
respecto a cada uno de ellos, era realmente desagradable, sacaban la calificación en principio de cada
uno, decían que era maoísta, leninista, trotskista, en fin, cada uno tenía la calificación, yo les aclaré
que el Colegio de Abogados no calificaba sus integrantes por su filiación política, sino porque eran
abogados y que esa era mi función, venir a defender o a saber qué pasaba con cada uno de los
abogados. De todos ellos no hubo respuesta y llevaba también la misión de consultar sobre el doctor
Battaglia. La señora del doctor Battaglia nos había hecho un relato, creo que está aquí el doctor
Battaglia, sé que estuvo en varias oportunidades como Fertitta preso, esta era una más pero nos relata
que en esa oportunidad, discúlpeme Battaglia si me equivoco en los detallas, que Barda le había
informado a la señora y a un hijo que entonces era menor que ellos no tenían interés en el doctor
Battaglia, pero posteriormente en la marina, donde estaba, hago este relato porque hubo otro hecho
donde intervino el doctor Maza y el doctor Huerta, intervino la prefectura y no la marina. En este caso era la marina, pero que la marina no dejaba presos a los comunistas por el solo hecho de serlo. Cuando
llegamos a ese tema con el general Harguindeguy, la calificación y me lo pregunta porque parecía que
no les agradaba que todos fueran.... o lo decían como que ellos no se equivocaban y señala al doctor
Battaglia como comunista, lo cual ....
(Continúa el doctor Junco): El doctor Battaglia era candidato a Intendente por el partido, era un
hombre público, todo el mundo lo conocía, todo el mundo sabía que era colega pacífico que nada tenía
que ver con la violencia de entonces. Ese hecho que parece que no lo conocía, que era tan pública la
afiliación política del doctor Battaglia, además me permití decirle también que si la gente afiliada al
Partido Comunista debía estar preso, que hicieran una ley, pero que nosotros no la conocíamos. Sé que
vino al poco tiempo a Mar del Plata el general Hardindeguy, no sé el resultado que tuvo esa entrevista,
incluso sé que preguntó por mí, por un periodista, yo no estaba aquí y alguna decisión tomó vinculada
con ese hecho. Cuando llegamos al tema del doctor Candeloro, me dijo que no tenía noticias de su
paradero, de nadie tenía noticias realmente, no podían decir así de Battaglia porque yo les anticipé que
estaba detenido, entonces le hice llegar a través de un ordenanza la fotocopia de la detención y me
permití señalarle que él ante ese hecho podría saber de inmediato qué es lo que había ocurrido, porque
si la Policía Federal lo había tenido y había entregado una constancia de su detención, a algún lugar
habría ido, porque a continuación él desaparece y el hábeas corpus que se había tramitado, quiero
señalar que los hábeas corpus los interponían en algún momento diferentes personas directamente
interesadas como el caso del doctor Díaz por Camilo Ricci, pero el colegio firmó infinidad de hábeas
corpus, presidente y secretario, particularmente y posteriormente cuando ocurren otros hechos el
doctor Huerta con el doctor París que era secretario. Eso fue una verdadera sorpresa, sorpresa que
redundó en un posterior informe del Ejército, yo no lo vi, pero sé que existe en la causa donde dice que
a Jorge Candeloro lo habían baleado en oportunidad en que se quiso escapar cuando lo estaban
identificando un lugar donde buscaban a una persona. Con estos hechos concluyó la reunión con
Hardindeguy, hubo una promesa a la Federación Argentina de Colegios de Abogados de mandar por
escrito un informe, pero ese informe nunca llegó, al menos a nuestro colegio. Seguimos las gestiones,
siguen los hechos, aparece el caso de Bossi y ahí hago una conclusión personal con respecto a la teoría
que me había trasmitido a aquel oficial Salvadé, con respecto a que los Montoneros eran los que
secuestraban a la gente. Bossi aparece en el Ford de Centeno que lo ametrallan, si mal no recuerdo
muere gente que iba por la calle San Juan, creo que era por ahí y Bossi aparece con vida, habían
existido como con todos gestiones, pero también en este caso hubo gestiones personales de algún
familiar, o de personas allegadas a algún militar pese a que quien declaró anteriormente dijo que los
militares habían jurado entre ellos de jamás admitir que alguien pida por los detenidos o
desaparecidos, pero ahí se repite la historia y debe estar en los diarios de la época que los que estaban
en el automóvil eran montoneros. Creo que era una política de confusión, de disuasión y decir nosotros
no tenemos nada que ver, son las luchas entre los grupos. Eso es más o menos el relato, fueron muchas
las actuaciones del Colegio, creo que a mí me honra y creo que todos los que estuvimos entonces no
tuvimos temor y está por escrito en todas nuestras actas. Había algunos temores de algunos
funcionarios, de personas que hablaron por teléfono, enviamos telegramas entonces, denunciando a
todas las organizaciones, hicimos todas las gestiones posibles, conversamos, dialogamos y
reclamamos ante todos los organismos nacionales e internacionales. Yo soy miembro de la Unión
Internacional de Abogados, tratamos de que hubiera participación de las organizaciones de los
derechos humanos, creo que el Colegio tuvo el reconocimiento de todos estos organismos, primero del
país, de la colegiación argentina cuando el doctor Bernal es designado Presidente de la FACA por
unanimidad y luego cuando el doctor Huerta integra la CONADEP, siendo entonces presidente del
Colegio de Abogados, creo que yo había terminado mi tercer período en la colegiación y cumplía otras
funciones distintas en otros organismos. Hasta ahí es mas o menos lo que recuerdo.
Sr. Juez: Doctor, ¿usted cree que la explicación de que el secuestro del doctor Centeno obedecía a los
montoneros, fue para encubrir la propia actuación de las Fuerzas Armadas?
Sr. Junco: Yo no tengo ninguna duda que fueron las Fuerzas Armadas quienes lo secuestraron, como
no la tenía nadie en ese momento. Ese tipo de operativos no se hacían si no tenían zonas liberadas. Las
Fuerzas Armadas llamo también al ejército, con la policía que estaban dependiendo directamente de
sus órdenes, en cada comisaría había un oficial responsable del ejército o de la marina, no tengo dudas
de esa actuación. Yo tenía una relación muy particular con el doctor Centeno, nunca fui amigo de él, sí
contrincante profesionalmente en cuestiones laborales, yo defendía entonces algunas empresas, pero el
trato fue de una corrección absoluta y llamativa, por cuanto su palabra era inexorable, creo que existía
un respeto mutuo en ese sentido y una consideración muy especial. Centeno me conoció siendo él
abogado de la C.G.T. local, cuando concurría con gente de la conducción a verme mientras yo fui
Secretario de Gobierno, hasta el año ’76 y realmente manteníamos conversaciones prolongadas, él
interesado y llamativamente informado de autores que eran muy caros en nuestra ideología política,
Juan B. Justo, el cooperativismo, sobre el que hablamos en muchas oportunidades. Ese trato y otras
circunstancias me hacen presumir con mucha certeza de que ahí no hubo ningún hecho de organismos
que no fueran oficiales.
Sr. Juez: En toda esta seguidilla de secuestros que se produjeron con los abogados, de acuerdo a todas
las gestiones que hicieron ustedes, ¿creen que en todos intervino la misma fuerza?
Sr. Junco: Nosotros creemos que evidentemente el mando era uno, el mando estaba a cargo del
coronel Barda, pero mantenían cierta independencia y hubo algo que yo en algún momento y en
alguna charla, ya en función política que tuve que dar ulteriormente, lo llamé no la “obediencia
debida”, sino la “desobediencia indebida”. Faltó orden, cada policía con rango o uniformado tenía
derecho sobre vida, sobre haciendas de cualquier ciudadano. Mentían con frecuencia y calificaban por
cuestiones personales a alguien de zurdo y ya era suficiente. Hubo indudablemente informantes
civiles, yo no podría hoy señalarlos, aunque a algunos pueda imaginarlos y realmente existió un
desorden en aquel momento, que empezó antes de Barda, creo que era el coronel Reyes el que murió,
que le pegaron tres tiros, pero no había orden ni en Mar del Plata, ni en el país. No se podría identificar
que alguien decía blanco y era blanco o decía negro y era negro. Yo creo que cada uno actuaba a su
gusto y relaté el caso del doctor Battaglia y tal vez él podría confirmarlo con más certeza, pero el
hecho de que a un jovencito entonces, que realmente nos daba pena, porque nos relató a la comisión en
pleno del Consejo, le dijeran “tu padre va a salir”, porque era una orden supuestamente del Ejército y
en la Marina le dijeran “no, por esto...” demostraba este y otros hechos que no había tal mando único.
En la práctica lo decidía cualquiera, me parece que tanto la Prefectura, como la Base Naval, como el
ejército tenían cada uno su juego.
Sr. Juez: Doctor, ¿usted cree que si no le hubiese hecho llegar a Hardindeguy esa constancia, no
hubiese aparecido el informe sobre la suerte del doctor Candeloro?
Sr. Junco: Estoy absolutamente seguro que no. En ese momento a mí, no quiero cometer un error,
creo que el hábeas corpus de Candeloro lo presentó el doctor Razona, si no lo firmó, algo tuvo que ver
o estaba informado, porque él fue quien me dijo algo respecto al hábeas corpus que tramitaba en el
juzgado del doctor Hooft. Pero no tengo ninguna duda de que si no hubiera sido por ese hecho
absolutamente casual de ese hombre que nos impactó, está bien yo era joven en ese entonces, lo vi
como mayor, por supuesto que apesadumbrado, con ese papelito, Candeloro hubiera sido uno más de
los que su suerte nunca se hubiera sabido.
Sr. Juez: Claro, de alguna manera a través de esa constancia estaba blanqueado y no podían negarlo.
Sr. Junco: Exactamente.
Sr. Juez: Doctor, ¿nunca hablaron con Bossi, luego de liberado?
Sr. Junco: Yo quise hablar un día, pero creo que él rehuía hablar de este tema. Por alguna versión,
que no fue directa, creo que él hasta confirmó de que habían sido los montoneros, me temo que el
miedo que en aquel entonces se aplicaba era muy grande y sería muy razonable si lo dijo y se fue. Esas
mentiras que formaban parte de lo que nos dijo aquel joven oficial, ese otro no tan joven que me dijo a
mí de los montoneros, era una estrategia burda, como lo que pasó con Camilo Ricci, donde yo
personalmente tuve el tiempo y las circunstancias de haberle pedido a la Unidad Regional, no estaba
llamando en tono personal, representaba a autoridades del Colegio de Abogados. Realmente todas esas
eran zonas liberadas y era un programa que al día de hoy sigo creyéndolo, que era anárquico, sin
mandos únicos, los que llevaron a cabo toda esa situación desgraciada del país.
Sr. Juez: ¿El Colegio de Abogados efectuó algún tipo de presentación judicial?
Sr. Junco: En ese primer momento no, porque nuestra función era institucional y porque además
sabíamos que en cada caso estaban los representantes. En se momento el movimiento en el Colegio era
tremendo, se pueden imaginar, estábamos día y noche sin parar, en comunicación permanente, el
hecho fue gravitante y con todos los Colegios del país, quiere decir que no dudábamos y sabíamos que
la función de los jueces era casi inútil, en el caso ese primero que ocurrió sabíamos que el doctor Díaz
no pertenecía al Colegio de Abogados, era conocido, amigo nuestro, pero sabíamos que había
presentado el recurso en el juzgado federal y en el de la provincia, lo mismo que en el caso de
Candeloro y de todos los demás. Era sobreabundante realizar esa gestión.
Sr. Fiscal: Usted expuso ante el Tribunal que cuando se entera de lo que ocurría en el estudio del
doctor Ricci, usted se acerca al lugar y comprueba que se están yendo automóviles, las personas que
habían participado de ese operativo ya se estaban retirando. ¿Usted puede dar algún detalle de estas
personas o de los automóviles en los que se manejaban?
Sr. Junco: Pasó mucho tiempo, de las personas no, porque realmente vi que había un automóvil más
cerca, yo caminaba por Tucumán y realmente vi que los automóviles se iban, no sé si estaría en alguno
de ellos, eran tres o cuatro automóviles, creo que uno era un falcon verde. No había uniformados, de
eso estoy seguro. A esta chica que yo no conocía, pero mi hermano Ricardo me relató que luego le
dijo con mayores detalles cómo había sido la cosa, entraron una cantidad de gente armada, de civil,
con cuatro o cinco automóviles, recuerdo que yo le pregunté “¿viste a un Falcon?”, y ella me
respondió que sí. Ella se escondió, la situación era realmente grave, yo no ingresé al estudio del doctor
Ricci, al cual iba con alguna frecuencia por lo que señalé que éramos coapoderados, pero no ingresé
porque no sabía con qué me podía encontrar, no tenía sentido, volví para informar a mis colegas lo que
estaba pasando.
Sr. Fiscal: La pregunta apunta a desvirtuar absolutamente esta posible versión de este oficial de
inteligencia de que todos estos hechos eran atribuidos a los montoneros. Otra pregunta y en el mismo
sentido tiene que ver con el tiempo transcurrido entre el secuestro de Ricci y Alais y la entrevista que
usted mantiene con Hardindeguy.
Sr. Junco: Traté de hacer memoria, porque la entrevista se solicitó enseguida y se hizo a los dos o tres
días en la cual no estaba Hardindeguy. Traté de hacer memoria y buscar en las actas, pero
curiosamente encontré otras, pero no encontré ese detalle. Yo hice un informe escrito por esa
circunstancia, pero no tuve tiempo desde que conversé con el señor Presidente de la Cámara de
ubicarlo, pero yo hice un informe escrito sobre esto y lo entregué en la Federación Argentina de
Colegios de Abogados porque era la que iba a hacer el informe final, pero no pasó mucho tiempo, sé
que uno o dos días de haber estado con Hardindeguy, él vino a Mar del Plata y trató de ubicarme. Me
desagrada no haberlo encontrado, pero no estaba en Mar del Plata, pero tal vez esa vinculación de la
llegada de él y si Battaglia fue liberado como yo razono, esa es la inmediatez con que podría señalarlo.
Sr. Fiscal: De acuerdo, porque entre las cosas que usted mencionó es que su primera entrevista con
Barda, esta persona le informa que el Ejército desconocía absolutamente todos los detalles que tenían
que ver con el hecho por el cual se estaba entrevistando con él, hay una incongruencia en el sentido de
que cuando se entrevista con Hardindeguy y pregunta por cada uno de los abogados, Hardindeguy
tenía una carpeta con los datos de todas estas personas.
Sr. Junco: Nosotros con Barda nos entrevistamos al otro día que se produce el secuestro de Ricci y
Alais, en esa primera entrevista creo que vino el doctor Gáspari, Bernal seguro, fui yo y alguien más.
Fue una entrevista muy breve, él quedó en informarse, pero esto que le digo de Hardindeguy es
posterior, una semana, diez días posterior al hecho de lo que pasaba con Barda. Lo de Barda fue
simplemente la situación inmediata de lo que había ocurrido con Ricci, la reiteración de nuestra parte
de que no habían actuado las fuerzas policiales a mi requerimiento, pero no hay ninguna
incongruencia, esto es posterior.
Sr. Fiscal: No, me refiero no a que hubo una incongruencia en su relato, sino una incongruencia sobre
lo que había dicho Barda desconociendo los hechos, pese a lo cual cuando usted se entrevista con
Hardindeguy tiene el legajo de cada una de estas personas.
Sr. Junco: Barda en ese momento sabría todo y tendría todo planeado con respecto a lo que iba a
ocurrir.
Sr. Fiscal: Es simplemente para desvirtuar y descartar esta versión acerca de la posibilidad de que
Montoneros podría estar detrás de esto.
Sr. Junco: Fue una estrategia disuasiva de otras ideas, no tiene ningún sentido. En alguna
conversación posterior, también en el caso de Ricci se dijo que eran los Montoneros. Camilo Ricci
quedó muy afectado, realmente no nos atrevíamos a verlo, su señora nos aconsejó que lo dejáramos
tranquilo, pero ese hecho también ocurrió con él. Era un estilo atribuirle a otro la culpa, pero no era
racional que los Montoneros tuvieran zonas liberadas, ni que ocurrieran los hechos en esa forma.
Sr. : Doctor Junco, dentro del período que usted actuó o anterior si tiene conocimiento, como
encaja la separación del doctor Begue del Colegio de Abogados.
Sr. Junco: El doctor Begue no fue separado del Colegio de Abogados, él con el doctor Almada eran
los representantes ante la Federación Argentina de Colegios de Abogados. El doctor Almada era el
titular y el doctor Begue era el suplente, pero cuando está el titular o el suplente del Colegio,
presidente o vice, que podría haber sido yo que era vice primero, no estaba yo en Paraná, quienes
votan y deciden con las instrucciones que surgieran del Consejo Directivo del Colegio es el presidente
o el primer titular. En esa reunión de Paraná estaba el doctor Huerta, Almada y Begue. En un
momento cuando van a tomar un café –reitero no es en forma directa, sino porque los hechos
trascendieron, incluso esta en las actas del Colegio de Abogados seguramente- había salido una
propuesta que hoy parecería absurda, que era que la Federación Argentina de Colegios de Abogados
aprobara una moción destinada a la defensa del juez natural y el debido proceso, hoy parece que decir
eso era muy poco, pero entonces no era muy poco. En esa ausencia del doctor Huerta y del doctor
Almada, el doctor Begue pide hacer una moción, presidía entonces el doctor Bernal la Federación
Argentina de Colegios de Abogados que si no me equivoco consistía en que se trasmita a los
organismos internacionales de Derechos Humanos y de abogados, caso la Unión Iberoamericana que
yo integraba y la Unión Internacional de Abogados que actualmente integro y los otros demás
organismos esa decisión y esa privación que existía en la práctica del juez natural y el debido proceso.
Supongo yo que estaba en alguna medida pautada el hecho de lograr la mayoría para lograr esta primer
propuesta sin llevarla más allá, que era lo que pretendía el doctor Begue. Yo no estuve en Paraná, pero
estuve en otros congresos, por ejemplo en San Francisco, Córdoba, donde abogados que no los siento
colegas despreciaron hasta la Constitución Nacional que la trataron de papelito inútil apoyando el
proceso militar, en reuniones de la Federación Argentina de Colegios de Abogados, las decisiones que
se sacaban de esos organismos en ocasiones había que hacerlas con forcep, había que estar
compenetrado de cada una de las cuestiones qué ocurría y saber hasta donde se llegaba no por miedo,
sino por estrategia. Lo que ocurrió con el doctor Begue, no participé yo, ni tomé absolutamente
ninguna decisión, me une con él no una amistad, pero sí un excelente trato y recuerdo de épocas
pasadas, fue en razón de que tomó una actitud que no le correspondía se pidió su separación como
delegado suplente de la Federación Argentina de Colegios de Abogados, que se decretó en ese sentido.
No fue sacado de la colegiación, no fue excluido, no hubo causas sumariales, sino que esa decisión
que entonces era voluntaria la designación no así al Consejo, la FACA no es un organismo de ley, es
un organismo cuasi gremial, no así el Colegio de Provincia o el Colegio nuestro, que son organismos
públicos. Ese es el hecho que conozco del doctor Begue.
Sra. : Usted refirió que llamó telefónicamente a la policía al tomar conocimiento de los hechos
que estaban ocurriendo en el estudio del doctor Ricci, cuando usted llamó ¿identificó el lugar donde
tenía que concurrir la policía?
Sr. Junco: Si, en primer lugar creo que primero llamé a la 2º por la cercanía, pedí hablar con el titular,
identifiqué el lugar exacto y el nombre del doctor Ricci, no del doctor Alais porque yo no sabía que
trabajaba ahí. Lo mismo hice en la Unidad Regional, identifiqué exactamente el lugar donde era y que
se trataba de un estudio jurídico.
Sra. : ¿La policía tardó mucho en llegar?
Sr. Junco: La policía no llegó nunca, yo habré tardado media hora, cuarenta minutos en ir
personalmente y la policía no llega nunca. Estoy tratando de recordar y no me quiero confundir,
porque simultáneamente estaba ocurriendo un hecho de un asesinato de un médico amigo y cliente
mío, el doctor Ivan Giles, cirujano plástico que fue muerto y tirado también en una zona de Mar del
Plata. En ese entonces el comisario era Gutiérrez, yo no sé si no era el mismo comisario a quien yo le
reclamé con respecto al doctor Ricci, pero les dije exactamente lo que ocurría.
Sra. : Por último quisiera preguntarle si nos puede dar el nombre de la empleada de su hermano
que vivía en el mismo edificio del doctor Ricci, que advirtió del acontecimiento.
Sr. Junco: Lamentablemente mi hermano falleció, tenía un estudio contable muy grande y yo no la
conocía, creo que estaba en el primer piso, pero sinceramente nunca... , hablé con ella, era jovencita,
pero a través del tiempo transcurrido, no era una empleada de antigüedad, ni profesional, era una de
las tantas empleadas que tenía mi hermano, pero no podría identificarla.
Sra. : De los hábeas corpus presentados por el Colegio, ¿alguno tuvo respuesta?
Sr. Junco: De los hábeas corpus presentados, nosotros siempre estábamos anoticiados de los hábeas
corpus, en todos los casos era el rechazo por el desconocimiento, los que no había firmado el Colegio,
posteriormente y esto pasó en un tiempo donde yo ya no estaba en el Colegio, porque los firmaban el
doctor Huarte y el doctor París, porque esta historia que empezó en el ’77 duró bastante más allá, hasta
el ’81, ’82, donde siguieron los hábeas corpus, pero que yo recuerde ningún hábeas corpus jamás tuvo
un resultado positivo, excepto el hecho que supongo yo debe de estar en el hábeas corpus, de
Candeloro que por la aparición de ese papelito pudo saberse que lo tenía la policía.
Sr. : Doctor Junco, el médico al que se refirió que revisaba el cadáver del doctor Centeno, ¿a quién
representaba?, ¿por qué estaba ahí?
Sr. Junco: Yo traté de memorar ese hecho, era un médico que estaba en la morgue, nosotros llegamos
y lo miramos, estábamos impactados, encima reitero ese hecho casual de una ahogada, que yo creí que
era una abogada. Ni siquiera preguntamos su nombre, no estaban las circunstancias, yo me referí a él
porque me impresionó como un profesional con independencia, un patólogo seguramente. Pienso que
sería médico del hospital público, pero no puedo asegurarlo. No sé, doctor Battaglia cuál era su
nombre.
Sr. : Teniendo en cuenta lo que sabemos de la actuación ante la aparición de un cadáver, ¿el
Poder Judicial tuvo alguna actuación en ese caso?
Sr. Junco: Yo no lo conozco.
Sr. : ¿Tiene idea si se hizo la autopsia?
Sr. Junco: No, nosotros fuimos al velatorio y al entierro, pero en este momento no lo recuerdo.
Supongo que la autopsia se tiene que haber hecho, había demasiados signos en el cuerpo de Centeno,
como para no dejar constancia, yo por eso relaté lo que observé y me permití señalar esta situación que
he visto muchos cuerpos o enfermos y que no me impresionan, era demasiado llamativo que había
estado con grilletes en sus manos y en sus pies, pero no sé si después hubo algo escrito...
Sr. : Por lo que conocemos no hubo autopsia del cadáver.
Sr. Junco: Tampoco hubo causa, eso fueron cosas...
Sr. : Eso le da una idea de una actuación muy especial como para que no intervenga la justicia.
Sr. Junco: Era el temor y los hechos de entonces...
Sr. Juez: Hay un informe en la causa que hubo una actuación prevensional y una calificación prima
facie de homicidio calificado, lo que pasa que en virtud de una ley, luego el juez se excusa y lo remite
al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas para que continúe la investigación. Lo que no está es ese
sumario, por lo menos eso no ha llegado y lo que no puedo decirle es si hubo o no autopsia.
Sra. : ¿Recuerda doctor si tuvo noticias del resultado por el hábeas corpus que se interpuso por
el doctor Candeloro?
Sr. Junco: El hábeas corpus que se interpuso por el doctor Candeloro en principio había sido
rechazado, por eso mencioné y espero no equivocarme, que nosotros sabiendo que había un hábeas
corpus, yo fui a preguntar al juzgado y ahí me dijo Razona, en aquel momento todavía no estaba la
decisión de Hardindeguy, creo que estaba en investigación y según lo que me informaron en ese
momento, el propio doctor Hooft realizó gestiones personales aparte de las nuestras tendientes a
clarificar con la urgencia que el caso requería qué es lo que estaba pasando. Yo no tengo muy preciso
en qué momento, pero este tema también lo conversamos con Hooft, por cuanto se trata de un juez que
tuvo muchas vinculaciones con el Colegio de Abogados, especialmente porque fue el primer juez en la
Provincia que llamaba al Colegio y me tocó en dos oportunidades intervenir en allanamientos a jueces
y en una oportunidad de un secretario de un juzgado civil acompañándolo en garantía del colega que
iba a ser procesado. El doctor Hooft, en forma inmediata –me valí de lo que entonces me dijeronporque
nos parecía mucho más importante y en el sentido práctico con mejores resultados seguir
impactando en las esferas nacionales e internacionales, que lo hicimos, pese a que los resultados no
eran desde luego los buscados, pero creímos que nuestro deber era hacer público y en eso creo que no
tiene todavía el homenaje que merece el doctor Bernal, su voz alzada pública con respecto a lo que
ocurría, impactó y preocupó a los más altos funcionarios de la Nación, en particular al Ministro
Benítez y a otros funcionarios que con título de abogados ejercían hacían cargos en aquella época.
Sra. : ¿Doctor. Usted recuerda cuando llegó la noticia de la detención o secuestro del doctor
Candeloro al Colegio de Abogados, de la detención que hubo en Neuquén, por supuesto?
Sr. Junco: Nosotros nos enteramos no de la detención de Neuquén, de eso estoy seguro, nosotros
tomamos conocimiento de este hecho posteriormente, yo porque recibí al padre, pero pienso que antes
estuvo la señora, los atendíamos en forma distinta, creo que en las actas está y fue concordante. Yo
tenía esa relación con Candeloro que supe aquel día que se escapó por atrás, saltando algún paredón y
no sé si era del Tribunal o del Colegio porque ya en ese entonces lo buscaban. Jorge Candeloro era una
persona buscada y creo que pecó un poco de inocente en su actuación porque en alguna medida el
haber ido a Neuquén y el haberse identificado cuando ya estaban los hechos ciertos de que la policía o
civiles o no sé quien sería, lo estaban buscando en Mar del Plata, fue un poco de inocente su accionar.
Pero nosotros nos enteramos cuando vienen al Colegio a concretar la denuncia, lo incorporamos al
reclamo que le hago al Ministro del Interior en nombre del Colegio de Abogados y de la FACA y ese
famoso documento que debe estar agregado a la constancia del Colegio y de la Federación Argentina.
Sra. : Doctor, para aclarar un poco el tema del doctor Begue, puedo preguntarle cuál fue
expresamente la moción que motivó después la sanción que se aplicara como extralimitado en sus
facultades.
Sr. Junco: Le reitero que yo no estuve en Paraná, estaba el titular que era el doctor Huerta, lo que dije
al respecto es por los ulteriores comentarios en el Colegio de Abogados y lo que personalmente me
relató el doctor Huerta en aquel momento y recientemente, antes de irse de viaje, motivo por el cual no
puede estar presente en esta audiencia, fue a una reunión de la Unión Iberoamericana a Portugal. El
me relató este hecho que estoy seguro que está en las actas del Colegio que el doctor Begue se había
extralimitado porque había entrado a votar en un momento donde no le correspondía hacerlo, al
extremo que el doctor Huerta volvió a la sala, pidió la palabra, le dijo a su Presidente, al doctor Bernal
que él mantenía la postura anterior, que era la declaración de la FACA respecto a reclamar el juez
natural y el debido proceso. Sin extralimitarse de eso y por eso aclaré también, no porque hubiera
temores, que no los hubo y no fue lo que caracterizó a nuestro Colegio en esas épocas, sino porque no
era oportuno, ni se lograría mayorías en una nueva elección lamentablemente en nuestra máxima
organización, la Federación Argentina de Colegios de Abogados para ir más allá que ese pedido y yo
soy testigo, hablé en San Francisco cuando un grupo importantísimo de abogados aprobaban los
secuestros, las muertes y trataron de papelito a la Constitución Nacional que mereció una contestación
que realmente sería digna que algún día como en este proceso se están juntando estos antecedentes, del titular del Colegio de Abogados de San Martín que reprimió y calificó de pecado de soberbia la actitud
de aquellos despreciables abogados que se oponían a decisiones mínimas como eran estas que
entonces se trataban. No era fácil, ni de nuestros propios organismos lograr decisiones positivas y
alzadas en defensa de la libertad, de la justicia, del debido proceso y de todo lo que es tan caro para los
abogados.
Sra. : ¿Cuál fue la sanción que se le aplicó al doctor Begue?
Sr. Junco: La sanción según lo que yo estoy informado no fue tal, porque el Colegio aplica sanciones
a través de su Tribunal de Disciplina, no lo tuvo ni como colegiado, ni creo que nunca haya tenido
ningún tipo de sanción de ese organismo. El Consejo Directivo que yo sí integraba no trató la cuestión,
por lo menos cuando yo estaba presente, simplemente se lo excluyó de su carácter de delegado
suplente, no sé quien asumió en su nombre en representación del Colegio de Mar del Plata ante la
FACA. El Colegio se integra con delegados titulares y suplentes, es lo único que sé, no puedo
ampliárselo.
Sra. : ¿Quedó formando parte como miembro del Colegio?
Sr. Junco: No, no integraba el Consejo Directivo, los delegados no necesariamente tienen que ser
miembros del Consejo, son personas de afuera.
Sra. Abogada: Doctor, ¿podría decirnos los nombres de esos abogados que en las reuniones de la
FACA tenían esas actitudes que usted repudia?
Sr. Junco: Sería realmente una memoria admirable si después de esta cantidad de años podría
recordarlos. No, en las actas de la Federación debe estar, sé sí que era un grupo con una filiación
católica, de colores concretamente, que se habían inscripto uno tras otro para poder referirse a esos
temas y hacer mociones que nos espantaron y por suerte quien seguía en lista que contestó a estos
hechos, fue un brillante abogado, presidente del Colegio de San Martín, pero no lo puedo decir,
solamente el lineamiento que merecía el voto de algunas personas esparcidas en asambleas muy
numerosas y muy politizadas.
Sra. Abogada: ¿Eran representantes de algún colegio en particular o de varios?
Sr. Junco: Eran representantes de Colegios, pero tampoco lo puedo precisar. Sólo lo señalé para tratar
de indicar al excelentísimo Tribunal y a la audiencia que era un momento muy difícil, que no se podía
hablar en esos ámbitos que eran tan nuestros, como podemos hablar hoy. Eran momentos donde había
abogados infiltrados, informantes, traidores, había de todo, pero realmente hubiera sido importante que
hubiera retenido esos nombres despreciables para sacarlos a la luz. Voy a tratar de descubrirlos y
aportarlos.
Sr. Juez: Gracias, doctor. El Tribunal pasa a un cuarto intermedio hasta el lunes venidero.
-Es la hora 13:45