Eric Sadin: “No soy un profeta pero veo antes las cosas y digo lo que, creo, nadie dice”
10 Abr, 2024 01:00 a.m. AR
INFOBAE, Bs.As.
Argentina
Eric Sadin, fotografiado en el
rectorado de la Universidad de 3 de Febrero, abril de 2024
Eric Sadin está en Buenos Aires, a
propósito de la edición de su más reciente libro La vida espectral.
Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas (Caja
Negra Editora) y ha venido preparado. O bien, ha sido advertido: en el final de
una extensa charla con Infobae Cultura, el filósofo francés que
parece una estrella de rock, uno de los pensadores más lúcidos de este tiempo,
pide repelente (lleva uno en su bolso, todo un privilegiado) para protegerse de
los mosquitos. Es solamente un dato, una imagen de color (otro momento de
distensión será para hablar de ¡fútbol!: Mbappé, la final de Qatar
y los cuartos de final de la Champions League, en donde el PSG-Barcelona
acapara su atención, incluso antes de brindar una conferencia en el rectorado
de la UNTREF).
Sadin es -se
hablará de esto durante este diálogo- certero analista de la revolución
tecnológica acelerada a velocidad supersónica en la última década del
siglo XXI. Escucha con atención cada pregunta -no fueron muchas, no hacía falta
por cierto- y responde con pasión. A veces, incluso, se pone de pie y eleva la
voz para reafirmar un concepto. En este diálogo de pocas preguntas y extensas
respuestas (todas, de recomendable lectura) habla del lado oscuro de la
Inteligencia Artificial, sus usos y abusos, de los humores sociales al compás
de la tecnología puesta en la palma de nuestras manos, de la hegemonía de
pensamiento que ejercen ciertos famosos personajes de la época e, inevitable
estando en Argentina y atravesando este tiempo tan particular, responde sobre
la boutade de un legislador oficialista sobre la educación escolar
y por supuesto, de la significación histórica de la ascensión al poder del
presidente Javier Milei.
— ¿El cine y las
series oficiaron predijeron este presente que estamos viviendo?
— No se puede ser
tan categórico. Sí podemos decir que pasaron dos cosas en Hollywood como
industria, desde hace unos 20 años: 1) presentir ciertos fenómenos. Dentro del
cine concretamente, está Minority Report de Steven
Spielberg sobre el libro de Philip K. Dick, es bastante
increíble en cuanto al reconocimiento facial, la vigilancia y la hiper
personalización de la oferta. Cuando Tom Cruise atraviesa un
supermercado, sus ojos son escaneados, lo llaman por su nombre y le proponen
una oferta comercial. Es exactamente lo que pasa en los aeropuertos de Estados
Unidos hoy en día: hay pantallas que difunden la información sobre los vuelos,
que escanean el rostro de las personas y te dicen ‘Guillermo es hora de
dirigirte a tal puerta, pero podés pasar por la tienda de Hermes’ (si
sabemos que tienes el dinero para comprar algo ahí).
2) En el caso de
las series, podemos pensar en Black Mirror también. Hay
como un presentimiento del fenómeno ahí… A mí lo que me incomoda es que después
eso devino en una rama comercial. Soy muy crítico de las series, pero no quiero
hablar de eso ahora. Porque la industria de las series es una
hiperpersonalización masiva. Los guiones se hacen en función de algoritmos,
según el análisis de los comportamientos. Hay sistemas que dicen qué es mejor
desde el punto de vista de la tensión o la frecuentación, narrar una historia u
otra. Eso ya no es un proyecto artístico sino que es un proyecto industrial de
captación de la atención.
Pero todo esto no es
mi problema principal. Porque lo que estoy diciendo ya lo dice un montón de
gente. Yo digo cosas específicas que, creo, nadie dice. Para mí
hablar de esto, no es muy original. Decir que la industria quiere captar la
atención es casi un cliché hoy en día y yo no me manejo con los clichés.
Tom Cruise en "Minority
Report" (2002)
— Hablando de
inteligencia artificial generativa, redes sociales, comportamientos captados
por algoritmos, mecanismos de control social en función de estas tecnologías
¿Se siente un profeta?
—No, no vamos a
hablar de profeta pero puedo decir que supe captar señales débiles, luego más o
menos fuertes, frente a las cuales me dije desde muy temprano que estaban
anunciando situaciones que por mi parte debían movilizar mi atención, mi
trabajo de análisis e investigación. Pienso por ejemplo en un libro que se
llama Vigilancia global, con el subtítulo “Investigación
sobre una nueva forma de control”, que data de 2009. Fue mi primer ensayo
teórico. En aquella época cuando publiqué ese libro me decían “¿no es
un poco paranoico?”. Allí analizaba las nuevas formas de vigilancia
digital (y tengo que decir que hoy en día ese no es el desafío principal).
Pero resulta que
cuatro años después, en junio de 2013, sucedió el caso Snowden y ahí me
invitaron a la radio y la televisión para hablar de las nuevas formas de
vigilancia. Y todos mis libros -el recién publicado es el noveno- en términos
metodológicos me dediqué a analizar todo lo que estaba pasando en el presente,
desde un punto de desarrollo económico-tecnológico porque la tecnología no
existe de manera aislada sino que son especificaciones económicas las que
dictan el desarrollo. Me dediqué entonces a analizar esos desarrollos en tiempo
presente, inscribiéndolos dentro de una genealogía histórica y dedicándome a
interpretar señales débiles y las más o menos fuertes que daban cuenta de
fenómenos que probablemente iban a suceder.
Esto no es
futurología sino intentar ver más allá de la neblina y eso lo hice
sistemáticamente. Es mi singular método de trabajo, que dio como
resultado Vigilancia global, y también un libro que no se
tradujo al español que se llama La sociedad de la anticipación (2011):
allí hablaba de los algoritmos cada vez más predictivos, que tenían la ambición
de captar los fenómenos antes de que sucedan desde un punto de vista
securitario, salud, seguros, gestión bancaria e inclusive el trabajo. Entendí
enseguida que había algoritmos predictivos. Entonces, puedo decir: creo que no
me equivoqué (cuando digo “creo”, es “estoy seguro”). En realidad, no me
equivoqué demasiado. Creo que no me equivoqué nunca. Veo las cosas
antes, pero no porque soy profeta sino que pongo a mi disposición herramientas
de análisis que me permiten entender cosas que se están gestando.
"No es futurología, sino
intentar ver más allá de la neblina", dice Eric Sadin
Y ya que se trata
de una pregunta personal, Guillermo, voy a decir algo íntimo y personal. Es
probable que yo sea una persona hipersensible. Cuando digo “hipersensible”, me
refiero a que soy una esponja... Para el libro El individuo tirano,
veía personas caminando, hablando de distintas maneras. Llegué a mi casa y
escribí “está pasando algo, son señales”. Esa es la hipersensibilidad.
Para terminar sobre
tu pregunta, es probable que en relación con la inteligencia artificial y más
aún a propósito de las IA generativas, veo venir las cosas a partir de esos
análisis, de observaciones, de cosas que ya están desarrollo. Me gustaría citar
una frase de Céline en Viaje al final de la noche:
el personaje principal dice “yo, a la catástrofe, la vi venir”. Es hermoso ¿no?
Lo voy a poner como epígrafe de mi próximo libro. No es profecía, es un método
y es agudeza, y también una sospecha. Tiene que ver con los clichés y los
discursos dominantes. Hay discursos que se han impuesto mayoritariamente a
partir de una visión del mundo, de intereses privados. No es a partir de ello
que yo hablo. Hablo a partir de una independencia absoluta. No
dependo de nadie sino que me determino en función de lo que espero sea la
fuerza de mis análisis y los principios humanistas sobre los que me respaldo.
Es muy simple. Eso crea una diferencia en los discursos.
— Uno de los temas
de esta semana surgió a partir de las declaraciones del diputado oficialista
Benegas Lynch sobre la potestad de los padres en enviar (o no) a sus hijos a la
escuela ¿Qué piensa?l
(Exclama una
reiterada onomatopeya que se parece a un “sí” en francés, alargado y
estentóreo)
— No son los padres
los que tienen que decidir. En nuestras sociedades, la educación -ante todo- es
el aprendizaje de tres cosas: 1) Las reglas: reglas de lenguaje, reglas de
vida, reglas de sociabilidad, de autoridad. Un niño de 5 años no tiene el nivel
de autoridad de un profesor de 40 (lo lamento, pero lo tengo que decir). Y el
aprendizaje: de la pluralidad, de la contradicción. También de la necesidad de
oírnos entre nosotros. La escuela es un mini laboratorio social que puede
elevarnos y hacernos aprender lo que son las reglas de la sociedad.
Eric Sadin brinda una conferencia
este miércoles a las 18 hs. en la Sede Rectorado Centro de UNTREF
Y no solo eso, la
escuela también es un lugar donde vamos a desprendernos (como dice Michel
Foucault) de nosotros mismos ¿Cómo te desprendes de vos mismo? De sí mismo,
de las pavadas que a veces dicen los padres o lo que oyen en la calle.
Desprenderse de sí mismo implica darse la oportunidad de pensar distinto ¿a
través de qué? Del descubrimiento de las grandes obras. Del “Gran Otro”:
personas que trabajaron para hacer grandes obra y que nos hacen ver el mundo de
otra manera, que nos enriquecen. Estas personas se llaman Jorge Luis
Borges, Víctor Hugo, Dante...
No son mis papás
los que me dicen “vos tenés que aprender esto”. Hay una distancia. Los padres
pueden ser el diablo, pueden querer alinear a los niños a sus propias leyes,
que no son única. Está la ley de la sociedad también y ¿qué es? Que lo común
nos obliga, esa es la escuela. En la era del individuo tirano los chicos están
en la casa, con los padres y el homeschooling personalizado, y
ese es el inicio de la intensificación del individuo tirano: ver únicamente el
mundo a través de los propios caprichos. O sea, el infierno en la tierra.
Hannah Arendt habla de la escuela también,
justamente sobre la autoridad en la escuela. Porque la autoridad es saber, ese
saber el cual cuando no sabemos o sabemos poco, es una oportunidad pública y
también social para poder crecer. De hacernos crecer. Te digo un secreto,
Guillermo: cuando tenía 17 años hice algo extraordinario, me leí todo En
busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Y me cambió
la vida.
Hannah Arendt (1906 - 1975)
Creo que tenemos
tendencia en nuestra sociedad y sobre todo con el uso de las tecnologías
digitales, a evacuar al otro de nuestro horizonte. Es una tendencia social,
civilizatoria, sumamente importante. Porque la idea de que con las tecnologías
que tenemos entre manos, es la idea de una ilusión de una autosuficiencia. Es
un ejemplo tonto: si quiero tomar una foto con la traductora, te doy la cámara
y vos la sacás. Ahora no se necesita al otro. Voy caminando por Buenos Aires,
le pregunto a alguien: “¿dónde queda Palermo?” ¿Pero qué
significa preguntarle a alguien? Significa que hay algo social que existe. Lo
social es el otro que me aporta cosas que quizás, soy incapaz de aportar. Un
médico aporta, un profesor lo mismo. Algo como “el otro” es dejado de lado, en
beneficio de saciar nuestro propio decir. Replegados en nosotros mismos y eso,
es el homeschooling: evacuamos a dos figuras y media. El profesor como figura
de carne y hueso, con su presencia. Los compañeros de clase, de quiene se
aprende mucho aunque a veces nos peleemos. Y también, esto no es personalizado,
alguien que te diga “estaría bien que leas a Emile Zola” o
bien un niño que pueda encontrar un libro de Cervantes. Guau. Aportar
lo que haga descubrir cosas, para pensar distinto. El homeschooling es la
negación de todo esto.
— En su nuevo
libro, habla de “empresarios e ingenieros cuyas mentes se parecen a las de
postadolescentes eternos con biberones llenos de videojuegos”. Esta descripción
tiene nombres y apellidos: Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg... Son
actores políticos de peso hoy en día ¿Hasta dónde puede llegar su influencia en
la sociedad global?
— Es una tendencia
muy fuerte desde hace 15, 20 años, que se intensificó recientemente. Los
oráculos son los grandes gurúes de la tecnología. Es una mentalidad que lograron
imponer, que nosotros -de cierta manera- hemos interiorizado y cuestionado muy
poco.
—Adoramos al
exitoso
— Si, la idea es
que se otorgaron ellos mismos el derecho, la posición muy singular (ya lo
analicé en 2016, en La Siliconización del mundo) no solo
producir tecnologías hipersofisticadas, hiperseductoras, que facilitan el curso
de nuestras existencias, teniendo al mismo tiempo un discurso sobre la sociedad
tal y cómo será, que va a estar mejor organizada, más virtuosa, más intensa
gracias a todas esas producciones. Ese es nuestro error porque eso no forma
parte de sus competencias. No se puede ser a la vez, empresario e ingeniero, y
ser filósofos de la existencia correcta. Para decirlo mal y pronto: nos
embromaron. Creímos en eso, a punto tal que el discurso de Mark
Zuckerberg en 2016, 2017 no recuerdo bien, fue publicado por Le
Monde (y yo no estaba nada contento) en doble página. Me acuerdo
también que el semanario más leído en Francia, Le Point, le dedicó
una tapa con las fotos de Musk-Zuckerberg-Bezos y otros, y tituló “Los
nuevos pensadores de nuestro tiempo”. Eso fue un error conceptual confundir
y, a quienes hacen las cosas (ok, lo hacen ellos), dar crédito a sus discursos.
Sam Altman, CEO de OpenAI, durante la
cumbre de cooperación económica del Pacífico y Asia, en San Francisco, el 16 de
noviembre de 2023
Con la IA se esta
repitiendo la historia, porque Sam Altman (N. de la R:
director ejecutivo de OpenAI) y todos los diseñadores de las IA
generativas, sin argumentar nada, nos dicen que esto va a ser tanto mejor para
la humanidad. Ni siquiera sabemos por qué. En pocas palabras voy a decir cómo
va a ser mejor para la humanidad. La IA generativa no es lo solamente los prompts para
producir texto, si no también para producir imágenes. Con una mera instrucción,
construimos la imagen del Papa Francisco con la campera blanca o y el deep
fake de Joe Biden. Nuestras sociedades ya están los suficientemente
locas, signadas por la crispación, con expresión de rencores y resentimientos,
pero eso no es suficiente. Ahora encima, de los que dicen que va a ser una
super humanidad gracias a la IA generativa, ponemos en manos de todos
herramientas como Midjourney o DALL-E. Sentado
en un sillón y con una simple instrucción, vamos a generar la imagen de mi
vecino con el que estoy peleado: una imagen suya pegándole a otra vecina. Y eso
lo subo a internet. Esto es de una extrema gravedad.
Vamos a un régimen
que yo llamo de la “indistinción generalizada”, es decir que ya no sabremos ni la
naturaleza ni el origen de una imagen. Esto será fuente de muchos peligros
porque una sociedad no es solamente los principios que tenemos en común, sino
también los referentes comunes. A falta de eso, ya no nos vamos a entender. Si
yo digo “vaso” y vos no entendés lo mismo que yo... Son herramientas que van a
hacer que desconfiemos del otro y de su percepción, y que van a hacer que
crezcan lógicas -particularmente ahora en Argentina, pero en todos lados- de
desconfianza generalizada. Es una catástrofe porque ya no hay más lazos
sociales, cada uno se encomienda a sus propios tropismos.
Estamos en
sociedades, con el régimen tecno-liberal, en donde se ha convertido en algo
impensable prohibir. No sabemos más prohibir, estamos siempre acompañados por
el presupuesto de la “regulación”.
—Gobierna Argentina
un presidente tecno-liberal (si me permite tomar libremente su concepto). La
sociedad argentina asiste a algo completamente desconocido, se trata de un
personaje extraordinario en más de un sentido ¿A partir de ahora vendrán otros
como él y ya no habrá más políticos “aburridos”?
—Bueno, fue electo
por los argentinos. Y lo más importante fue lo que dijo desde un comienzo: “les
mintieron”. Siempre es la misma lógica, “son todos una mierda y les mintieron”.
Es una tendencia mundial. En cualquier caso, es probable que Milei sea
el porvenir, el futuro del mundo ¿Por qué? Su ethos es algo que va a
reproducirse en las realidades locales de muchos países. Me preguntaste si me
consideraba un profeta, bueno... Quizás, quizás, te dejo que me digas
“profeta”.
"Como sociedad, tenemos la
tendencia, y sobre todo con el uso de las tecnologías digitales, a evacuar al
otro de nuestro horizonte", dice Eric Sadin
—¿No le gusta
“cronista de su tiempo” en todo caso?
— No, profeta es
muy pretencioso y cronista no sé... (risas). Ya está, ya hablamos de eso.
Volvamos a Milei. Si fue electo, por el tipo de personaje que es, su
singularidad extraordinaria y su psiquiatría, es por su capacidad para captar
lo que está pasando. Estas personas como él no tienen modos de comprensión muy
complejas pero captan muy bien un estado de ánimo de un pueblo en
determinado momento ¿Y cuál es el estado de ánimo vigente, entonces? A
grosso modo desde la generalización de las redes sociales, desde mediados de
los años 2010, ahí hubo un giro que yo analicé en La era del
individuo tirano. Ese giro es producto de un largo proceso histórico
que vio el hecho que multitudes, pero también generaciones sucesivas, vivieron
una serie de desilusiones en relación con un orden político y económico que
estaba en funcionamiento.
Elegimos a alguien
por sus promesas, nunca funciona y siempre nos menoscaban. Entonces hay todo un
entorno económico, laboral, político que hace que cada vez más masas
importantes de gente tengan la impresión de ser inútiles y ser invisibles. Con
discursos que prometen las mil maravillas del mundo y siempre fueron una
desilusión, con condiciones de vida cada vez más difíciles, con una
amplificación de la precariedad, las desigualdades, el repliegue de los
servicios públicos, dimensiones gerenciales cada vez más implacables. Todo esto
generó condiciones para que, en un momento dado, ya no creamos más en nada. Y
también con el choque histórico que hace que la industria digital, sin que esto
haya sido concertado (es un azar de la historia), puso en manos de los
individuos tecnología que les brindan una percepción de autosuficiencia, de una
facilitación de la vida. Yo no les llamo “redes sociales”, para mí son
plataformas de expresividad de uno mismo.
"Si fue electo, es por su
capacidad para captar lo que está ndo" dice Eric Sadin sobre el presidente
Javier Milei
¿Y qué pasó
entonces? En el momento en que venimos de una desilusión en otra, las crisis
financieras, condiciones de management cada vez más agresivas, los votos
contrarios en Francia y Países Bajos a la Constitución europea... El ejecutivo
rompió con eso, eso fue un veneno: “no servimos para nada”, ni siquiera mi voto
es tenido en cuenta. Al mismo tiempo, se les da a la gente tecnología que les
hace sentir “somos los reyes del mundo”, que el mundo viene a ellos a través de
un mensajito de 140 caracteres -una puerta abierta a la complejidad
intelectual, estoy bromeando-. En el libro analizo la interfase de X: desde
hace diez años principalmente, el 80% de los posts son expresiones de rencor y
resentimiento. Cuanto más se expresa eso, más se mantienen y se vuelven a
repetir, correlacionados con los alter-facts, las fake news... Es un momento de
la historia con varios relatos desinformados al mismo tiempo. Cada uno crea su
propio relato a partir de sus subjetividades.
Ese es el momento
que capitaliza Milei: es tiempo de ir al “ajuste de cuentas”. Eso es: ya nos
han engañado lo suficiente todas esas instancias que tenían poder y autoridad,
los responsables políticos, las instituciones, el mundo económico, el mundo de
los medios. Todo lo que tiene autoridad y en parte esto explica la
crisis de la escuela también, se terminó. Ya está. En Francia se viralizó
un video de una pareja, con un millón de vistas, Le Monde publicó un
artículo... El video era “si nos para la policía porque vamos rápido con el
auto y me piden que pague una multa, no pagamos porque el Estado es una
sociedad privada en manos de Estados Unidos”. Una psiquiatrización total. Milei
se explica a partir de esto. Y esto existe en Argentina porque la Argentina
tiene una historia difícil, la gente sufre la inflación... Viene alguien y con
audacia dice: “todos los poderosos nos han engañado”. Es una tendencia que no
es casual que haya germinado en Argentina. Es una tendencia mundial que es
portadora de numerosos peligros. Porque si cada uno vive a partir de la
justificación de sus actos, a partir de sus propios (supuestos) sufrimientos,
es el fin de lo que llamamos sociedad.
Traductora:
Agustina Blanco
[Fotos: Guillermo
Monteleone - Coni Rosman/Gentileza prensa UNTREF; Fred Stein Archive/Archive
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