“La motivación económica de la represión ilegal”
En esta entrevista, Carolina Varsky y Judith König explican que los procedimientos estandarizados en el protocolo permiten acceder a datos para “evaluar la participación que tuvieron los directivos de las empresas y el beneficio económico obtenido”.
Por Alejandra Dandan
König
dirige la Oficina de Investigación Económica (Ofinec) y Varsky es
coordinadora de la Procuraduría sobre Crímenes contra la Humanidad.
“Acá lo que se estudia es la motivación económica de la
represión ilegal. En general, esto es información pública, así que
buscamos en la Bolsa de Comercio, la Inspección General de Justicia y,
además, en algunos casos se solicitan medidas para conseguir información
contable. Y esto es lo que está estandarizado en los protocolos. Lo que
pretendemos es poder evaluar la participación que tuvieron en la
represión ilegal tanto los directivos de las empresas como el beneficio
económico obtenido”, dice Judith König, contadora y directora de la
Oficina de Investigación Económica y Análisis Financiero de la
Procuración (Ofinec). La Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad y
la Ofinec crearon un protocolo destinado a fiscales de todo el país para
investigar la responsabilidad empresaria en los crímenes de la
dictadura. Una de las novedades es que las investigaciones que hasta
ahora hacían los abogados sumarán la mirada de especialistas en libros
contables. Dos equipos ya están trabajando. Uno por la Procuración y
otro por la Ofinec. Carolina Varsky, que coordina el primer espacio, y
König explican las hipótesis con que están avanzando y adelantan algunos
resultados en casos como los de Loma Negra y La Nueva Provincia.
“Cuando empezamos a cruzar el trabajo de la Procuraduría con las
necesidades que surgían en las causas de lesa humanidad en las que había
empresas denunciadas, nos dijimos: tiene que haber alguna forma
distinta de trabajar –dice Varsky–. En ese momento, nos dividimos el
trabajo con la Ofinec, que empezó a hacer el aporte en materia contable.
Por otro lado, noso-tros ya avanzábamos desde el punto de vista más
tradicional. Muchas de las declaraciones ocurridas durante el Juicio a
las Juntas, por ejemplo, ya hablaban de las empresas, sin embargo, esto
estaba más invisibilizado porque se ponía el eje en visibilizar a
represores de las Fuerzas Armadas o de Seguridad o las víctimas. Y no se
prestaba atención a que las personas contaban que era delegado sindical
de una empresa. O que esa empresa tenía a su vez otras tantas víctimas
desa-parecidas. Nuestro aporte en este momento es darle una segunda
mirada a lo ya recolectado y seguir buscando en otros archivos que
todavía no fueron consultados.”
–¿Como por ejemplo?
Varsky: –Los archivos de los sindicatos, el Archivo
General de la Nación, las causas 20.840 (los expedientes de actividades
subversivas realizados por la dictadura), testimonios brindados en los
’80 ya sea ante Conadep, en el Juicio a las Juntas o los que derivaron
después.
–Puede decirse que plantean dos abordajes: por un lado el análisis de los “hechos de sangre”, y por otro el análisis contable.
Varsky: –Lo que tiene de novedoso esto es que
existe un área poco explorada en las causas de lesa humanidad por los
fiscales que integran generalmente las unidades de derechos humanos.
Estaban acostumbrados a investigar delitos “de sangre”: es decir, el
secuestro, la desaparición, la tortura, la reducción a la servidumbre,
los homicidios, la sustracción de menores. Todo tiene que ver con
delitos de sangre. Y no miraban la parte contable. Esa es la idea del
protocolo: frente a esa situación, vimos que se está dando un patrón
común que muestra que en varias jurisdicciones hubo empresas que podrían
tener alguna responsabilidad en las desapariciones, en la apropiación
de bienes, en los homicidios. Ante esa situación, el fiscal, además de
pedir el legajo Conadep de tal víctima, tiene que pedir diversas medidas
para que las pueda analizar el contador.
König: –Y a nivel empresarial lo que buscamos son
los balances. Pero las dos cosas son penales. Acá lo que se estudia es
la motivación económica de la represión ilegal. En estos casos, se busca
qué reflejan esos estados contables. En general, esto es información
pública así que buscamos en la Bolsa de Comercio, la IGJ y, además, en
algunos casos, se solicitan medidas para conseguir información contable.
Y esto es lo que está estandarizado en el protocolo: lo que pretendemos
es que los fiscales conozcan todas las medidas que se pueden llevar a
cabo y las fuentes de información que existen para conseguir los datos y
poder evaluar la participación que tuvieron tanto los directivos de las
empresas como el beneficio económico obtenido.
–¿Cuál es la hipótesis con la que trabajan?
König: –Estudiamos la evolución de las distintas
variables económicas a nivel nacional. Específicamente, la participación
de los trabajadores en el ingreso nacional, que en 1974 y 1975 alcanzó
el 45 por ciento, y luego, con la dictadura, se produjo una abrupta
caída en el nivel salarial de los trabajadores en el ingreso nacional.
El “fifty-fifty”, como dice la Presidenta, cayó abruptamente ya desde
junio del ’75. Y fue cayendo. Y llegó al 22 por ciento. Luego lo que
estudiamos es cómo ese comportamiento macroeconómico se refleja a nivel
empresarial. Hay empresas con mano de obra intensiva, donde lo que más
pesa en los costos es la mano de obra. Pero el peso de la mano de obra,
sea el porcentaje que sea, cayó entre un 50 y un 20 por ciento, depende
del caso. O sea, buscamos verificar la motivación económica de estos
delitos: si se verifica o no se verifica en el caso de cada empresa. Y
en qué medida. Eso, en general, se encuentra en las cifras de los
balances.
–¿Cuáles fueron los primeros casos que analizaron?
König: –Loma Negra y ahora Molinos. En Loma Negra
se consiguió la documentación porque en un principio la empresa la
aportó (NdR: son otros propietarios), pero en Molinos los fiscales
hicieron directamente un allanamiento. Fuimos con ellos a la sede
administrativa principal de la empresa, junto con la policía y
secuestramos los libros que vimos necesarios. Ahora estamos
analizándolos de modo contable. Con Loma Negra ya hicimos ese análisis. Y
se verificaron las hipótesis. Pero es importante señalar que en cada
caso hacemos el estudio de aquellas cuentas contables que tienen que ver
con el caso en particular: como no sólo damos una mirada contable, sino
que trabajamos con los fiscales y estamos al tanto del hecho de
represión, buscamos los datos específicos en las cuentas. En Loma Negra
estuvo la particularidad del abogado (NdR: el secuestro y el asesinato
de Carlos Alberto Moreno, abogado laboralista de los trabajadores) y la
particularidad de una cuenta: un rubro contable en los libros de la
empresa que se llama Previsión Ley 20.744, donde se agrupaban los
importes que la empresa pensaba que iba a erogar en materia de
indemnizaciones. No siempre tenemos una cuenta vinculada con el caso
específico de represión ilegal, pero ahí lo tuvimos: vimos que hubo una
caída de un 72 por ciento en esa previsión. La previsión se proyectaba
con un año de anticipación. El hecho sucedió en el ’77, y para el año
siguiente el importe bajaba. Eso está ubicado en Pasivos no Corrientes.
Durante toda la dictadura, esa cuenta disminuyó. No se extinguió, pero
disminuyó. Esto tuvo que ver también con las leyes laborales del
período.
–¿Pero la enorme caída tuvo que ver con Moreno?
König: –Está más marcado con la extinción del
factor litigante, digamos. En otros casos, estudiamos las variables que
se dan en cada uno. Puede ocurrir que no tengamos desagregado lo
contable como para desagregar el costo laboral. Depende del balance,
sobre todo en esa época.
–¿Qué otros casos trabajaron?
König: –Estamos trabajando con los libros de La
Nueva Provincia. Hicimos el estudio de la documentación que los fiscales
secuestraron. Estamos buscando y analizando otra información, pero, por
ejemplo, nos detuvimos en el nivel salarial y los sueldos de cada
empleado. Comparamos la brecha entre los mejor remunerados y el peor
remunerado, al comienzo y al final del período. Vimos que en 1976, el
que menos ganaba recibía un 85 por ciento del que más ganaba. Al final
del período, esa brecha era del 1400 por ciento.
–Parece un impacto directo del crimen: la desaparición de dos delegados gremiales.
Varsky: –Es que justamente es eso: los números van a
importar de acuerdo con las víctimas. Porque hay empresas en las que
hay víctimas desaparecidas. En Loma Negra hablamos de Moreno y allí está
la reducción en el Fondo de Previsión. Distinto es el caso de víctimas
secuestradas de la propia empresa. O cuando el imputado integra la
empresa en lo cotidiano y no es un presidente al que no ve ningún
empleado. Lo que se mide está vinculado con la causa penal. Todo ayuda a
la causa penal, a establecer si existe o no responsabilidad o
participación criminal de la empresa. Nosotros como abogados nos
dedicamos a lo penal.
–¿Cuál es el peso de estos datos contables?
König: –Cuando alguien comete un ilícito que
implica un enriquecimiento, un robo, por ejemplo, y se demuestra que no
era de él y que lo obtuvo mediante una violencia, se lo decomisa y se lo
restituye. En el caso de los delitos de represión ilegal, cuando la
motivación era económica y se logró un beneficio, hay que cuantificarlo y
eventualmente tomar medidas judiciales.
–¿Podrían llegar a una restitución?
König: –Claro, por eso es importante cuantificar el beneficio económico adicional obtenido.
“Mejoró la escucha”
–¿Cómo llegamos hasta acá?
Varsky: –Hasta ahora tenías históricamente los
casos de Mercedes Benz y Ford, una con la comisión interna desaparecida,
otra con un centro clandestino adentro. Luego aparecen Blaquier y los
casos de Salta y Jujuy, con Minera el Aguilar y La Veloz del Norte. Y
ahora en distintas jurisdicciones puede haber alguna empresa frente a la
que se dice: “Ah, mirá, acá también”. Esto es resultado, también, de
cómo mejoró la escucha y estar más atento a lo que alguna vez se dijo.
Porque la característica sindical laboral de muchas víctimas siempre
estuvo. Sólo que uno ponía el ojo en otra cosa. Ahora que los juicios
están avanzados, que los debates son muy ricos, los testimonios de las
víctimas son completos en cuanto a que no sólo cuentan que fueron
secuestrados tal día, sino que avanzan y dicen que militaban en tal
lugar, eran delegados de tal empresa... Todo eso enriquece y permite
dimensionar la condición laboral y sindical de muchas víctimas. Y el rol
que cumplieron las empresas donde esas víctimas trabajaban.
König: –Y el beneficio económico que tuvieron. Lo
llamativo es que todo está en los balances. Muchos son públicos y están
disponibles y estuvieron disponibles siempre. Y creo que es una cuenta
que nos debíamos. Que estaban ahí y nadie hizo esa cuenta. Esos balances
fueron mirados desde otro punto de vista. A los fines bursátiles. O
para saber qué rentabilidad tuvo la empresa. Pero no para ver cómo bajó
el costo laboral en ese período.
Hubo trabajos sobre el impacto de la represión entre los obreros.
König: –Pero hasta ahora no se hizo la cuenta en
cada empresa y en el marco de cada causa penal. Un balance sirve para
hacer correlaciones. En general, se analiza para ver si le dan un
crédito a tal empresa o si conviene invertir o comprar acciones de esa
compañía. Siempre la mirada fue otra. Es muy difícil que se mire desde
el punto de vista del impacto social o de lo que pasó.
–¿Se hizo este trabajo en algún otro país en contextos represivos? ¿Alemania?
König: –En Alemania la cosa fue distinta, no ocurrió esto de hacer un estudio de los balances con este criterio.
Varsky: –En marzo hicimos una reunión sobre esta
materia con fiscales de distintas jurisdicciones. Ahí surgió la
necesidad de armar un protocolo; que el trabajo sea interdisciplinario y
que haya un equipo como la Ofinec, porque se necesita una experticia.
–A la luz del protocolo, ¿puede decirse que ya hay un “patrón” sobre cómo fue esa relación entre empresas, Estado terrorista y crímenes?
Varsky: –Hay una constante sobre qué mirar en
materia contable. Pero sobre la participación de las empresas en el plan
sistemático de exterminio, no. Hay empresas en las que funcionó un
centro clandestino dentro de la planta. En otras se ve la relación con
las Fuerzas Armadas y de Seguridad porque custodiaban o prestaban
elementos, como Mercedes Benz o Ledesma. En algunos casos hay
trabajadores desaparecidos, en otros abogados o en un tercer caso
sobrevivientes secuestrados en centros clandestinos que funcionaron
dentro de las empresas. O víctimas sobre las que tenían conocimiento las
empresas. Suponemos además cierta colaboración de las empresas en
entregar un listado de víctimas que molestaban. Por algo fueron a buscar
a determinadas personas. Ahora estamos en el momento de leer los
procesamientos para poder identificar patrones comunes. Es difícil
porque hasta ahora, en las causas, las víctimas no estaban agrupadas
como integrantes de determinada empresa. Recién ahora se está reuniendo a
las víctimas con esta mirada, para analizar si la empresa o
funcionarios de la empresa, más bien, tuvieron o no responsabilidad en
las desapariciones.
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