18 de enero de 2018
En Temuco, sur chileno, Francisco habló de la riqueza que cada pueblo tiene para aportar
El Papa pidió escuchar al pueblo mapuche
En una misa masiva, Francisco dejó claro la importancia que reviste para su pontificado la problemática indígena y evocó a las víctimas de la dictadura de Pinochet. “Necesitamos dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores”, sostuvo.
“Una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia”, dijo Francisco ante miles.
Imagen: EFE
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Desde Santiago
“Esta tierra, si la miramos con ojos de turista, nos dejará extasiados y luego seguiremos
nuestro mundo sin más, acordándonos de los lindos paisajes, pero si nos acercamos a su
suelo,lo escucharemos cantar y cantar con tristeza: ‘Arauco tiene una pena que no la puedo
callar, son injusticias de siglos, que todos ven aplicar’”. Estas sentidas palabras del papa
Francisco,expresadas ayer en la misa masiva realizada en la ciudad de Temuco, en la
Araucanía, en plena tierra mapuche, fue una de las más aplaudidas por los miles de fieles
que llegaron a escuchar al Sumo Pontífice, donde muchos de ellos acamparon en la zona
para tener una mejor ubicación.
Se trata de un parafraseo a una de las más transcendentales canciones de la folklorista
Violeta Parra (que paradójicamente grabó en Argentina en 1962), y que hace más de medio
siglo ya ponía en el tapete los problemas de los pueblos originarios del sur de Chile.
Siempre sorprendiendo, el Papa comenzó su homilía con palabras en mapudungun, dejando
claro la importancia que reviste para su pontificado la problemática indígena y el porqué esta
ciudad fue elegida como escala en su periplo. Por lo mismo, también extendió su saludo y
reconocimiento a los otros pueblos originarios de Chile, como atacameños, rapa nui, aimara,
quechua, entre otros, señaló La Tercera.
“Mari, mari” (buenos días), dijo en el aeródromo de Maquehue, lugar que fue construido en
terrenos mapuches usurpados a inicios del siglo XX, y que fue también utilizado como centro
de detención durante la dictadura de Augusto Pinochet. “Acá hubo graves violaciones a los
derechos humanos, la celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, por
los que cada día llevan sobre sus espaldas, el peso de tantas injusticias. Nos quedamos un
momento en silencio ante tanto dolor”, pidió Francisco y los miles de feligreses cumplieron
generando un mutismo que erizó la piel a todos los presentes. Solo el sonido del flamear de
las banderas, muchas de ellas mapuches y otras tantas argentinas, rompieron con sutileza la
solemnidad del momento.
“La unidad que nuestros pueblos necesitan, reclama que nos escuchemos, pero principalmente
que nos reconozcamos”, agregó Francisco, que también centró su discurso en las víctimas
de la dictadura militar: “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro”, dijo enfático.
Por esta razón, las palabras de Francisco sirvieron como un bálsamo que trajo paz y calma a
quienes llegaron a un recinto que hasta ayer era reconocido como un espacio de dolor no
solo por el pueblo mapuche, sino que a las víctimas de violaciones a los derechos humanos
y sobrevivientes de la peor dictadura que se recuerde en este lado del mundo.
“Esta ceremonia es para todos los que sufrieron y murieron, y a todos los que cada día
llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias… la riqueza de una tierra nace
precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás…
Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar y dejar de lado la lógica de
creer que existen culturas superiores o inferiores”, agregó.
La violencia ha sido una de las características de la zona en los últimos años. De hecho,
en la víspera de la llegada de Francisco a la Araucanía, diversos templos fueron atacados,
incluso con artefactos incendiarios. Del mismo modo, la tarde y noche del martes, se
produjeron enfrentamientos entre carabineros y desconocidos, que quemaron helicópteros
privados y pusieron en jaque a la policía que vio como un funcionario era herido a bala. En
ese sentido, el pontífice pidió acabar con ella, pues “termina volviendo mentirosa la causa
más justa… Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y
reconciliación terminan amenazándolos. En primer lugar debemos estar atentos a la
elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes
acabados sí –y necesarios–, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el
codo, lo escrito con la mano. Esto también es violencia, porque frustra la esperanza”,
señaló Francisco.
En segundo lugar, acotó, “una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en
base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas… la violencia
llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación… Busquemos en cambio
el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz. Busquemos, y no
nos cansemos de buscar, el diálogo para la unidad”.
Finalmente, el pontífice alabó la “sabiduría ancestral del pueblo Mapuche” con un llamado al
“buen vivir” o Küme Mongen, que es “un anhelo hondo que brota no solo de nuestros
corazones, sino que resuena como un grito, como un canto en toda la creación”.
En paralelo a ese momento de gran peso espiritual, el obispo de Osorno, Juan Barros,
acusado de encubrir los delitos de connotación sexual del ex párroco pedófilo de El Bosque,
Fernando Karadima, y que ha golpeado los cimientos de la Iglesia chilena, fue abordado por
un grupo de periodistas en Maquehue, donde llegó a participar de la liturgia de Francisco.
“La visita del Papa es lo principal. Ustedes ayuden a que el fruto de la visita llegue a tantos
corazones”, sostuvo al respecto Barros según cita El Mostrador. Consultado por el “perdón”
que ofreció el Papa por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, el religioso respondió:
“Siempre hemos adherido de corazón a lo que dice el santo padre”. Respecto de los dichos
de Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, quien dijo: “El (Barros) estuvo presente
–y perdón si soy crudo– mientras Karadima me tocaba los genitales, cuando me hacía darle
besos”, el obispo de Osorno declaró: “He dicho muchas veces que no he sido testigo de eso.
Les pido que me dejen tranquilo”.
La presencia de Barros en las actividades del papa Francisco ha levantado una ola de críticas.
Es más, una periodista argentina lo encaró directamente y criticó su participación en las
actividades oficiales. “¿Por qué no deja la sotana y le hace un bien a la Iglesia?”.
Barros reaccionó incómodo, momento donde la profesional le remarcó: “si usted no hubiese
estado acá ayer, las cosas habrían sido distintas…Usted sabe muy bien que su presencia ha
empañado la presencia del Papa”.
A su turno, el influyente sacerdote jesuita, Fernando Montes, sostuvo que “sería
extremadamente prudente renunciar… entre otras cosas, para que no se convierta en el
centro de lo que más preocupa a los periodistas de la visita del Papa, porque hay hartas cosas que son mucho más importantes”.
Junto a ello, también se conoció el contenido de una carta que la machi Francisca Linconao
-imputada por el crimen del matrimonio Luchsinger-Mackay- pretendía entregarle al Papa.
En la misiva, Linconao asegura que “desde el 2013 el Estado chileno ha tratado de vincularme
a un terrible hecho: la muerte de dos personas en un incendio, ante lo cual he sostenido
siempre mi inocencia, pues en mi rol de machi respeto profundamente la vida… Si usted
averigua un poco, se dará cuenta en Chile sólo a los Mapuche se nos aplica la Ley
Antiterrorista, no se respeta la presunción de inocencia, la presión preventiva es
extremadamente larga sin justifican. Sólo a los mapuche se nos somete una y otra vez a
juicios”, finaliza el documento citado por Emol.
La jornada siguió ayer con el regreso de Francisco a Santiago, donde por la tarde se juntó
con los jóvenes en la popular comuna de Maipú. En el Templo Votivo ubicado en ese lugar,
el pontífice habló ante miles de personas que comenzaron a llegar desde temprano, haciendo
caso omiso a las altas temperaturas registradas. Como es su costumbre, Jorge Mario
Bergoglio, se salió del protocolo y se acercó a saludar a los asistentes.
En ese encuentro, el Papa citó otra canción, esta vez del grupo de Pop, La Ley: “el ruido
ambiente y la soledad de la ciudad, nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés, pretende
sumergirme en él, ahogando mis ideas”.
“¿Les pasó esto alguna vez?”, preguntó Francisco. La concurrencia de jóvenes era uno de los
temas que preocupaban a la organización, toda vez que se pensaba que no llegarían en
gran cantidad; sin embargo el Papa logró convocar a más de 400 mil fieles. “¿Qué haría Cristo
en mi lugar? Cuando a alguien le están haciendo bullying, cuando estoy en una fiesta.
¿Qué haría?”, fue otra de sus frases potentes, dando una clase magistral de pedagogía,
cultura y manejo.
Al final del día, Francisco se dirigió a la Pontificia Universidad Católica de Chile, la casa de
estudios superiores de más prestigio nacional e internacional, donde lo esperaban alumnos,
cuerpo docente, autoridades, parlamentarios y gente de la cultura, entre otros ligadas al
establecimiento.
Hoy, lo recibirá la ciudad limítrofe de Iquique, polo cosmopolita del norte de Chile, a donde se
calcula llegarán unas 400 mil personas a Playa Lobito, donde se le rezará a la Virgen del
Carmen, y se espera que el mensaje de Francisco vaya dirigido a la problemática de la
migración, refugiados y también a las víctimas de la dictadura.
Iquique es la capital de la región de Tarapacá, zona que Chile anexó tras ganar la Guerra
del Pacífico en (1879-1884) y lugar donde residen colonias importantes de bolivianos,
peruanos y colombianos. En el puerto de Pisagua, funcionó además uno de los peores centros
de tortura de Pinochet.
También se augura la presencia masiva de argentinos, principalmente de Salta que ya están
cruzando por los pasos fronterizos. El papa Francisco continuará su viaje a Perú, su último
destino de esta misión sacerdotal.
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