La psicoanalista e historiadora francesa
Élisabeth Roudinesco y su mirada aguda del futuro de la teoría creada por Freud
"Hoy faltan
grandes debates intelectuales dentro del psicoanálisis"
Invitada por la Asociación Psicoanalítica
Argentina, la biógrafa de Freud y Lacan participará de un conversatorio
virtual. En esta entrevista de Página/12, adelanta la discusión y
cuestiona las denominadas "terapias del bienestar" que "no
aportan nada, pero todo el mundo consume como medicamentos".
Fuente: Diario Pagina 12 Bs.As. Argentina
18 de noviembre de 2024
. Imagen: Imagen web
La prestigiosa psicoanalista e historiadora francesa Élisabeth Roudinesco,
autora de libros imprescindibles de leer por todo estudiante de Psicología o
amante del mundo psi, como Freud, en su tiempo y en el nuestro,
y Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento,
entre una frondosa obra, hilvana sus ideas sin pelos en la lengua ni le teme a
la polémica. Su formación psicoanalítica en la École Freudienne de París y su
profesión de historiadora le permitieron ser una de las fuentes más consultadas
sobre la historia del psicoanálisis. Entre otras actividades, se dedica a la
historia del freudismo y su relación con tres autores principales: Andersson, Ellenberger
y Foucault. Y el público de todas las latitudes también la reconoce por su
monumental Batalla de los cien años. Historia del psicoanálisis en
Francia. Roudinesco cuestiona que hoy todos los debates de historiadores,
que son muy importantes, no se hacen con los psicoanalistas. "Yo ocupo un
lugar muy particular porque tengo la formación psicoanalítica, pero ante todo
soy una universitaria, y soy historiadora, enseño historia. Escribí la última
biografía de Freud, pero no como psicoanalista sino como historiadora",
explica la intelectual francesa en la entrevista exclusiva con Página/12.
Roudinesco va a entablar un diálogo con la Argentina, al modo pospandemia:
virtualmente. Es que la biógrafa de los dos grandes nombres del psicoanálisis,
Sigmund Freud y Jacques Lacan, no pisará territorio argentino, pero al menos
los interesados en escucharla por primera vez o quienes quieran volver a
experimentar cómo Roudinesco desgrana su profunda manera de pensar tendrán esa
posibilidad el viernes 29 de noviembre de 12.30 a 14.30. La historiadora y
psicoanalista conversará con la médica y psicoanalista Alicia Killner con el
disparador "¿Cómo ilumina Freud las sombras de nuestro tiempo?",
previas palabras de bienvenida de Mirta Goldstein. El conversatorio se dará en
el marco del simposio "El Psicoanálisis del Nuevo Mundo. Permanencias.
Transiciones. Mutaciones", organizado por la Asociación Psicoanalítica
Argentina (APA), que se llevará a cabo entre el 28 y el 30 de noviembre, en
paralelo al 52° Congreso de APA. El encuentro con Roudinesco cuenta con el
auspicio del Instituto Francés de la Embajada de Francia.
Teniendo en cuenta el título del simposio, "El psicoanálisis del Nuevo
Mundo", Roudinesco responde al interrogante de si tanto ha cambiado la
práctica clínica: "A nivel mundial, el psicoanálisis es mucho menos
que antes una aventura intelectual. Ahora está muy instalado el tema a nivel
clínico. No creo que haya necesidad de salvar al psicoanálisis en el plano
clínico porque siempre existirá, porque responde a necesidades de los problemas
psíquicos del mundo de hoy mucho mejor que las demás terapias. Pero ahora debe
coexistir clínicamente con todas las demás terapias". Además, para
Roudinesco existe un problema sociológico: "Es que en todas partes, los
psicoanalistas tienen una formación de psicólogos y ya no de psiquiatras. O
inclusive ya no hay formación filosófica-intelectual. Esencialmente son
personas que ejercen la práctica. Entonces, los debates son muy distintos que
antes", plantea.
La historiadora francesa sostiene que en América latina, el psicoanálisis
sigue siendo dominante por varios motivos. "Primero, las sociedades
psicoanalíticas son poderosas, son menos dogmáticas que en Europa, están
abiertas a todas las corrientes. Por ejemplo, el psicoanálisis en Argentina fue
fundado por pioneros que pertenecían a varias corrientes. Hay una apertura en
América latina que existe en menor medida en Europa. En Estados Unidos son
psicólogos que están confrontados por otros psicoterapeutas. Lo que falta hoy
en día son grandes debates intelectuales dentro del psicoanálisis. Los
psicoanalistas de hoy, que son psicólogos, son menos cultos que antes, tienen
menos injerencia y menos dominio de debates intelectuales y filosóficos, y
sobre todo no conocen bien su propia historia. Hablo de Europa porque creo que
América latina es la figura de proa del psicoanálisis de hoy. Diría que Brasil
y Argentina lideran, pero estos dos países irrigan en todo el mundo
latinoamericano. Por más que se practique exclusivamente por parte de
psicólogos, el psicoanálisis todavía tiene una posición dominante dentro de la
universidad", plantea Roudinesco.
--Muchas modificaciones se notaron con la pandemia. Por ejemplo, en la
modalidad del análisis. ¿Cómo observa que absorbió el psicoanálisis los cambios
que se fueron dando en la comunicación humana a partir del apogeo de la
virtualidad pospandemia?
--Obviamente que con la pandemia hubo mucho más sesiones a través de
internet, por Zoom, por Skype. Y obviamente que hay menos desplazamiento. Esto
cambia algo. Pienso que esto plantea un problema: el hecho de hacer solo
sesiones a través de la virtualidad. Creo que podemos hacerlo, todos lo hemos
hecho, yo también, cuando es imposible hacerlo de otro modo. Pero no
habría que acostumbrarse a hacer curas analíticas únicamente a través de Zoom o
a través de Skype. La tendencia fue que volvieran los pacientes, pero tampoco
podríamos prescindir de estos medios de comunicación. Por ejemplo, hace veinte
años, si yo quería hablar con un argentino tenía que viajar. Hoy no es así.
Entonces, como todos los progresos técnicos, efectivamente hay que adaptarse.
Ahora bien, pienso que para la cura analítica la presencia física sigue siendo
fundamental. Así que creo que hay que encontrar el modo. Creo que esto hubiera
pasado, de todos modos, sin la epidemia del covid.
--¿Por qué?
--Porque el progreso técnico es tal que con las comunicaciones a través de
internet, del mail, ya no escribimos cartas, casi nunca utilizamos el correo.
Usamos mucho más el correo electrónico. Entonces, esto hubiera pasado. Pero
para la cura hay que mantener una presencia física. No siempre es posible, pero
hay que intentarlo. El covid solo lo aceleró.
--Usted ha hablado hace algunos años de la sociedad occidental como
“sociedad depresiva”. Esto también se dijo mucho después, en la pandemia. ¿Cree
que el mundo actual que pondera la rapidez y lo vertiginoso de la virtualidad
como valores es el de la “sociedad de la ansiedad”?
--Sí, yo lo había dicho antes del covid. Y quiero decirle algo: no creo que
el covid haya cambiado algo tan fundamental. Fue una pandemia que se gestionó
de manera admirable por parte de varios estados; al menos, en Francia fue así,
pero creo que no hay un antes y un después del covid. En cambio, lo que es
realmente novedoso desde hace muchos tiempo --y lo explicaba yo en mi libro--
es la cuestión del compromiso político. El fin del comunismo, la caída del Muro
de Berlín, la sociedad que se desarrolló en ideales totalmente individualistas,
la descristianización del mundo (que es muy importante), todo eso hace que en
los países democráticos haya una suerte de cansancio de la democracia. Un
estado donde lo que prevalece en detrimento de los compromisos colectivos es la
finitud del comunitarismo. Ese es un peligro muy grande para todo el mundo, que
fabrica la extrema derecha. ¿Qué es la extrema derecha? No es un comunitarismo:
es el odio del extranjero, el odio del otro. Entonces, no es el covid el que
provocó esto. El covid quizás acentuó creencias, hubo muchísimas personas
antivacunas en Francia que creían, por ejemplo, que las vacunas eran las que
contagiaban la enfermedad. Pero siempre hubo eso. Yo hablaba de sociedad
depresiva y no era una casualidad.
--¿Por qué?
--El consumo de psicofármacos creció muchísimo y no fue con el covid. Ese
consumo sube de manera exponencial porque la descristianización, la ausencia de
esperanza revolucionaria, la percepción de que el planeta está en peligro a
causa del cambio climático, es todo un terror que surge, en el que las personas
se repliegan en sí mismas y esto genera un estado depresivo. El problema hoy es
encontrar los recursos para luchar contra los excesos del liberalismo
económico, contra los excesos de estas sociedades libradas a la economía
liberal demente. Es encontrar los modos para la redistribución. Por el momento
no se trata de hacer una revolución comunista, como uno podía esperarlo en los
años 60, porque eso no funcionó. Yo soy más grande que usted y visité todos los
países comunistas reales antes de la caída del Muro, y no funcionó. Entonces,
eso generó un rechazo del ideal de rebelión y de crítica. Contra eso hay que
luchar. Hay que volver a encontrar un ideal de compromiso. Y eso es lo que
falta. Ustedes lo pueden comprobar con lo que se llama "el desarrollo
personal", la multiplicidad de esas terapias de bienestar que existen hoy
en día. No aportan nada, pero todo el mundo consume como medicamentos.
--Cada vez proliferan más artículos pseudocientíficos con críticas feroces
al psicoanálisis. ¿Para usted la teoría creada por Freud goza de buena salud en
un mundo en el que todo debe resolverse ya, donde no hay un momento para una
pausa o para la espera? ¿Y qué lugar juega en eso el cognitivismo?
-Las ciencias cognitivas combaten la cura psicoanalítica, privilegiando el
tratamiento del comportamiento. Pero eso no es en absoluto un peligro para el
psicoanálisis. Esto se ha difundido en las universidades de Psiquiatría, pero
no es eso la amenaza. Estas críticas son mínimas. En el psicoanálisis, en la
cura por la palabra, que las sesiones sean largas o cortas, o que las curas
sean largas o cortas no es el tema. El tema es el desarrollo personal, esas
terapias que escapan completamente al cognitivismo, que escapan de la
psiquiatría y es la proliferación de lo que se llama "el mercado del bienestar".
Esto prolifera por todas partes: los gurúes, los coachs, los grupos de
psicoterapeutas autoproclamados. En Brasil, son los evangelistas. En Argentina
son las sectas, hay muchas sectas, y en Francia también. Es lo que llamamos
"el mercado de bienestar", la promesa de una felicidad individual,
con terapias múltiples: el ayuno, el veganismo, las sesiones de terapia
corporal, que no se parecen a las antiguas psicoterapias que conocemos (la
hipnoterapia, por ejemplo), o terapias de grupo. No. La cuestión ya no es la
crítica de Freud. Me doy cuenta de que Freud se convirtió en un pensador
mundial. Se traducen las obras de Freud hoy en países donde no hay
psicoanálisis. Y eso hay que saberlo. En países donde no hay psicoanalistas se
traduce, de todos modos, la obra de Freud.
--¿Por qué?
--Porque Freud no es solo psicoanálisis. Por lo tanto, su obra se discute
hoy en los departamentos de Filosofía, de Historia, de Cultura, con
independencia del psicoanálisis. Entonces, los ataques contra Freud desaparecen
progresivamente. Los ataques contra el psicoanálisis no desaparecen, en cambio.
Y son dos cosas distintas. Pero, por otra parte, las asociaciones
psicoanalíticas son sumamente numerosas. El verdadero peligro en Francia y en
Estados Unidos es que el psicoanálisis vuelve a ser una cura para la gente
rica, para los burgueses, para la gente que quiere tener acceso a su
interioridad porque saben que esto funciona mejor que lo demás. Hoy en Francia,
los que van a analizarse son los presentadores de tele, el jet set, los grandes
jefes de empresas. Esa es la clientela psicoanalítica y lo mismo sucede en
Nueva York. Creo que tenemos eso en todos los países porque funciona. Entonces,
una vez más, hay una vuelta a un clivaje social. Se había esperado a través del
psicoanálisis infantil --que eso sí sigue siendo importante--, que íbamos a
llegar al pueblo. En Francia, en particular, se esperaba que íbamos a llegar a
todas las capas sociales, pero no es así. Y el hecho de que el psicoanálisis no
sea cubierto por la seguridad social hace que como clínica y como cura, se haya
convertido en una referencia de las clases sociales adineradas que tienen los
recursos necesarios para poder pagarlo de manera privada.
--Las publicidades en el sistema capitalista y en el neoliberalismo
promueven el culto de la felicidad, la búsqueda de la salud, el interés por el
cuerpo. ¿Estos tópicos son los que hacen que más gente elija las psicoterapias
en vez del psicoanálisis?
--Voy a intentar ser muy clara: los psicoanalistas pueden hacer terapias
breves. La cuestión no es la brevedad de la terapia, sino que entre en juego,
en la cura, la dimensión del inconsciente. Y eso puede hacerse en un cara a
cara. No en sesiones cortas. Yo estoy en contra de las sesiones cortas. Pero
puede hacerse en unos meses. Freud hacía análisis que duraban meses. Ese no es
el tema. El tema es: ¿Vamos a curar a las personas de sus neurosis a través de
un enfoque puramente comportamental o a través de un enfoque de la felicidad,
del coach? No, los síntomas van a volver. Entonces, la cuestión no es la
brevedad de la terapia, sino si accedemos o no al inconsciente. Ahora bien, hoy
en todas las sociedades, sean occidentales o no, miren lo que está pasando: no
se está teniendo en cuenta el inconsciente. Y cuando se ignora el inconsciente,
¿qué sucede? Se lo echa por la puerta y el inconsciente vuelve por la ventana.
Y ahí es donde los psicoanalistas tienen un rol que jugar, tienen que cambiar
los métodos de cura (lo están haciendo), deben adaptarse a los tiempos cortos,
pero también a tiempos largos. Deben adaptarse, pero nunca soltar la base
fundamental que consiste en que entre en cuenta el inconsciente. El
inconsciente significa que la gente actúa, tiene comportamientos y tiene
neurosis a su pesar, sin darse cuenta. Deben tener conciencia de ello a través
del análisis. ¿Y quién sabe que esto no funciona de esa manera? Los
intelectuales, los grandes burgueses porque tienen una posición de poder que
deben sostener. Entonces, es trágico. Podrán decirme: "Tengo pacientes de
todas las clases sociales". Sí, seguramente. Pero en su mayoría esto no es
cierto. El tema no es tener dinero sino acceder a cierto saber sobre sí mismo.
Y para eso hace falta cultura, salvo los psicóticos. El campo de la locura
sigue siendo un campo donde la psiquiatría biológica sola no funciona. Todo el
mundo sabe que hace falta una cura por la palabra.
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