Hablar desde la pared (Graffiti
latinoamericanos)
Omar Saavedra Santis, chileno.
Reside en Berlín
Fuente: Mirada Global on line,
07h.08.2013
Las paredes hablan y con
lenguajes diversos. Desde que el hombre levantó la mirada y vislumbró un
horizonte garrapateó en Lascaux sus anhelos. Las cosas no han cambiado mucho:
la injusticia, el amor y todas aquellas razones y emociones que nos acercan a la
palabra humanidad quedan estampadas en las superficies de la ciudad. Nadie las
acallará.
La sola mención de la palabra
hace que tiemblen las paredes y que más de una yugular amenace con estallar. La
especie, sin embargo, es tan vieja como el Hombre y su cultura. Apenas erguido,
aún tambaleante, el homo sapiens fue presa inmediata de la irresistible
tentación de registrar tal acontecimiento en las paredes de sus residencias
prehistóricas en Aurignac, Lascaux o Altamira. Desde aquel lejano entonces ,
ninguna muralla ha estado a salvo de la inspiración de una mano que escribe o
dibuja. Dejó su huellas de cultura en los prodigios de Gizeh, en los templos
mayas del Tical y en los arenosos laberintos de Susa. Fue la misma mano que en
los muros del palacio de Baltasar, rey de los caldeos, escribió la más
enigmática de las anunciaciones: Mene mene tekel u-parsin, cuya traducción a lo
fatal se la debemos a Daniel, el profeta.
Y en las tinieblas de la Torre de
Londres o en la sempiternamente asoleada cara occidental del Muro de Berlín esa
misma mano continuó su larga crónica de nostalgias e iracundias. E impertérrita
continúa escribiendo, rayando, pintando, arañando en todas las superficies
posibles e imposibles. Esa mano no encontrará paz mientras haya una razón que la
inquiete. Independientemente de formas y contenidos y a despecho de todo el
poder del estado y la cultura, los graffiti gozan de una porfiada presencia que
los hacen emular con la eternidad.Los graffiti son anárquicos por naturaleza.
Sus autores permanecen, por principio, en el anonimato.
En contra de los esfuerzos
policiales y a pesar de los llamados morales de ediles inmaculados, el
graffiti, como hijo de la urbe, sólo terminará con el fin de la ciudad. Ni un
minuto antes o después. Graffiti y ciudad están unidos indisolublemente por
toda la vida y hasta que la muerte los separe. Aceptado este hecho, vale la
pena preguntarse si no sería más razonable tomar y comprender los graffiti como
un signo de su tiempo, antes que entregarse al sísifo trabajo de querer
erradicarlos.
¿Qué distingue al graffiti
latinoamericano de sus lejanos congéneres en otras latitudes?
América Latina se inclina
manifiestamente por la variante del graffiti escrito. De realización más barata
que el de intención plástica de los países ricos. Después de luengas dictaduras
militares y de reformas neoliberales no menos despiadadas, en las últimas dos
décadas del pasado siglo XX ha crecido y se ha extendido a lo largo de las
murallas latinoamericanas un denso texto silvestre, de abundancia y variedad
nunca antes vistas. Todavía son visibles en él vestigios de la legendaria
primavera parisina del 68. Pero al contrario de ésta, el ductus general del
actual graffiti latinoamericano está transido por una ironía nihilista y una
iconoclastia radical.
En América Latina no fue
solamente la derecha tradicional o renovada la que se alucinó con la píldora
ectasy del ultraneoliberalismo. También son numerosos los ex-devoradores de
capitalistas, que hoy lo adoran como una panacea prodigiosa contra todos los
males. Soy marxista, pero del ala neoliberal, es el comentario que se lee en la
calle sobre esta metamorfosis de Saulus en Paulus. O: ¡Pobre país! ... ¡Hasta
los comunistas son de derecha!
Políticos honrados son elementos
asociales, informa la muralla. Ciertamente tal información es válida no sólo en
América Latina.
El graffiti clava,
indefectiblemente, cada proceso electorero, cada decisión gubernamental, cada
debate parlamentario en la picota pública de su palabra. De este modo, en las
paredes latinoamericanas tiene lugar una catarsis muy particular, que al menos
sirve para una transitoria desintoxicación de las almas de autores y lectores,
tan envenenadas por las desilusiones crónicas de las democracias contrahechas.
El graffiti latinoamericano es la
rebelión de los desdentados. De los que no muerden, pero que se esfuerzan en
ladrar un poco. Ya no transporta ningún llamado a tomar el cielo por asalto,
como en aquellos prístinos tiempos en que las utopías aún podían caminar. Lo
que resta de aquel tiempo es una descascarada pátina de nostalgia. Por eso es
que aún se puede leer de vez en cuando: ¡Atención, último llamado! ¡Proletarios
de todos los países, uníos! o ¡El Ché vive! ¡Como adrenalina en nosotros!
Pero eso no es tan cierto.
También el comandante inolvidable vegeta ahora sin rumbo en camisetas
descoloridas, y los proletarios tienen hoy preocupaciones más urgentes que la
de luchar.
A pesar de todo la pared insiste:
¡No mate sus ideales! ¡Son una especie en extinción!
Bien saben los enemigos del graffiti
que la lucha en su contra no se puede ganar.
Los bofetones del graffiti
alcanzan también a otros cómplices del sistema y los acusa de yanaconismo.
Prensa, radio y televisión.
¡Periodista, sácale el condón a
tu pluma, escribe la verdad!, exige la pared. Y agrega: Los hechos no se pueden
cambiar, pero sí tergiversarlos.
Los moralistas municipales
afirman que la pared es papel del lumpen. Es posible que tal rudeza no peque de
originalidad, pero en un punto tiene razón: en toda pared se puede escribir.
Qué se escribe, es lo que enfurece a los sumistas de las ciudades
latinoamericanas.
Los enamorados por su lado, hacen
de la pared lo que siempre ha sido desde sus comienzos: poderosa trompeta del
amor feliz o desgraciado. Pues todo el mundo debe saberlo: Tu abrazo, una
telaraña llena de luz o Voy a llorar, voy a ladrar, pero nunca, nunca más
volveré a hablarte. Y él susurra: „Espera por mí, desnuda entre los
escorpiones. Y ella responde: Allí estaré, con tu veneno en mi sangre.Quizás
algún día, cuando (no sólo en América Latina) el graffiti devenga en poesía,
será mucho más peligroso de lo que hoy podemos imaginar. Puede ocurrir entonces
que un día, un ejército de soñadores se decida a responder la pregunta ¿Por qué
no damos entre todos una patada a esta enorme burbuja gris, con la osadía de la
práctica.
Aporte
Hace varios años, en San Pablo, cercanas las
elecciones, en que para Prefecto ganaba siempre un Mono del Zoológico, a quien
sus seguidores le hicieron Boleta Electoral y lo promocionaban en toda la ciudad,
me detuve ante un graffiti: "si vocé no tá confuso, vocé tá mal
informado"
El graffiti político es una forma
simbólica pero eficaz de resistencia civil.
Rodolfo Capón Filas
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